Oasis 20 de marzo
Soy un pequeñín de unos seis años en Medellín y, súbitamente, a la tierra la sacude un fuerte temblor y los objetos se mueven.
Soy un pequeñín de unos seis años en Medellín y, súbitamente, a la tierra la sacude un fuerte temblor y los objetos se mueven.
Mi buena madre nos hace arrodillar a los hijos y nos pide repetir con ella: Aplaca, Señor, tu ira, tu justicia y tu rigor, apiádate de tu pueblo, que hoy implora tu favor.
Es una escena que tengo grabada en mi mente y que ahora comparto para ayudar a un cambio en la fe.
Hace mucho aparté de mi vida aquellas plegarias antiguas inspiradas en una fe de temores y de un Dios que se encoleriza y juzga.
Son muy dañinas porque se apoyan en viejos textos bíblicos que hablan de un Dios humanizado y, por lo mismo, inexistente:
El evangelista inglés Arthur Pink afirma: “Hay más referencias en la Biblia a la ira, furia y rabia de Dios, que a su amor y su ternura”.
Recordemos que la Biblia es humana y, como tal, nos ofrece luz y sabiduría, pero también las ideas oscuras que bloqueaban a los escritores.
Los credos harían un gran bien evadiendo ideas y creencias en las que se nos muestra a Dios con ira, juicio y rigor, como no puede ser.