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¿Y usted, qué trastea?

Esta es una semana de trasteo. Álvaro y Lina trastean. Es hora...

3 de agosto de 2010 Por: Gloria H.

Esta es una semana de trasteo. Álvaro y Lina trastean. Es hora de cerrar ciclos. Se cumplió lo que vivieron y en un acto muy igualitario con el resto de los mortales, deben empacar sus cosas (¿en cajas de cartón?) y llevarlas de la ‘Casa de Nari’ a su vivienda en Bogotá. Hay que empacar, envolver, encintar, escoger, para poder realizar el trasteo. Y aún cuando parezca un acto muy prosaico, trastear no es fácil… Este ejercicio tan prosaico encierra un sinnúmero de símbolos que a los mortales nos significa cambio y desapego. Nuestra cultura consumista nos ha enseñado el apego, la acumulación, retener, guardar, como una manera mágica de derrotar el miedo y la ansiedad. El futuro nos aterra y siempre existe la idea angustiante de “lo que pueda pasar” y más vale, entonces, prevenir. Acumular es un buen sinónimo de ahorro y guardar se convierte en una forma de vida. Porque no se le apuesta a que “lo que pueda pasar” sea positivo sino que la desgracia y la tragedia (valle de lágrimas) siempre están presentes. Asustando. Al acecho. Llenándonos de miedo. Entonces, guarde, retenga, acumule…Y las casas se llenan de objetos “por lo que pueda pasar”. Vestidos viejos, cajas vacías, papeles enrollados, platos despicados, regalos inútiles, recuerdos y fotos y cartas. Todo viejo, mirando el pasado, creyendo que son los objetos los que nos hacen recordar. Cuando es en el corazón donde está la vida y donde está el disco duro de lo que se ha vivido. Una foto no es más real en el papel de lo que puede estar en nuestra memoria. Sin embargo, mirar para atrás con la nostalgia de lo vivido es de lo que más ancla el proceso de despertar de la conciencia. Porque si algo enferma al ser humano son precisamente los apegos, las nostalgias, las añoranzas. Perpetuarse en una situación que ya se vivió creyendo que el tiempo se puede congelar.Qué rico tener buenos recuerdos. Pero la vida está adelante, no atrás. Las añoranzas y las nostalgias “amarran” e impiden de alguna manera que las personas puedan desprenderse. Qué su vida sea “liviana” y a la vez que la energía que las rodee, fluya, sea limpia, no quede estancada. Álvaro y Lina tienen la opción de mirar para adelante o de quedarse en el pasado. De empacar con los objetos, odios, dolores y resentimientos, o de asumir que lo que son hoy en día, es precisamente el resultado de la historia vivida. Y ella está cosida a las entrañas. Por salud mental, periódicamente se deberían hacer trasteos. El desapego se construye en el trasteo. Ya sea de objetos o de situaciones. Los trasteos son terapéuticos. Deberían estar incluidos en la lista de “terapias ocupacionales” que se les pueden recomendar a determinados pacientes en determinados circunstancias. Métase en su closet, en su cajón, en su estante… hurgue, revuelque, revise. Aquello que no ha utilizado en un año, ya no pertenece a su vida. A su presente. Está en el pasado y ese ya no existe. O si lo quiere diferente, es ya su presente, entonces, ¿para qué guarda? Creo que en un campo de la condición humana, retener sea sano. Ni a los seres que amamos, o a los objetos que nos rodean, o a los momentos que ya vivimos. Con tantos uribistas que dizque existen en este país, sería un buen ejercicio que imitaran a su ídolo y también trastearan. Objetos, sentimientos, momentos. A través de las cosas materiales podemos ayudar a sanear lo interior. Juéguele al desapego en un trasteo. O emocional o físico. Lo importante es hacerlo. Como el “jefe”…

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