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¿Usted no ha cambiado?

Porque mientras no se aprenda a manejar el verbo incluir, no hay ningún movimiento para la convivencia que produzca resultados

7 de junio de 2021 Por: Gloria H.

¿Sigue pensando lo mismo que hace 30 días? ¿Su mundo continua en blanco y negro? “Los buenos somos más”, Petro es el responsable, joven y vándalo son equivalentes, partida de vagos que no quieren trabajar, no hay abusos en la Policía, plomo es lo que falta, los bloqueos son necesarios (o nefastos), en fin, cualquier análisis ¿es el mismo de hace 30 días? ¿Para usted la situación solo tiene una explicación y la mano dura es la única respuesta válida para “volver” a la normalidad? ¿Añora la “normalidad” de Cali? Si su respuesta es afirmativa, si usted no ha modificado su pensamiento, que pena, o está congelado, o está momificado o está muerto. Su mente no se amplía, ni se estira, ni acepta criterios diferentes. Su actitud puede hacer mucho mas daño que el vandalismo. Porque mientras no se aprenda a manejar el verbo incluir, no hay ningún movimiento para la convivencia que produzca resultados.

Obvio que se necesita dialogar pero antes de dar ese paso, es necesario mirarse a sí mismo, hacer un momento de conciencia, un clic interior y preguntarse qué tan dispuesto se está para conjugar el verbo incluir.

Porque el diálogo no consiste en “vomitar” o imponer mi “brillante” idea o mi aplastante argumento, sino tener la disposición para aceptar otras ideas, otros planteamientos que no tienen necesariamente que cambiar el mío, pero al menos me permiten reconocer otras formas de ver la vida.

La de mi amigo, o la de mi hija, o la de mi vecino, o la de mi padre, o la de una persona respetable. Otras maneras de mirar. ¿Tengo la disposición?
Han pasado mas de 30 días donde el país y en especial Cali, fueron sacudidos por una avalancha de acontecimientos, violencias, muertos, desaparecidos, vandalismo, intereses, abusos de la Fuerza Pública, abusos contra la Fuerza Pública, contrariedades, que han hecho mella en nuestra psiquis. Nadie con absoluta honestidad podrá decir “a mi no me ha pasado nada”. O bueno, si logra hacerlo, significa o que está psicótico o es extraterrestre. Esta es una crisis social, pero con grandes implicaciones personales. No es solo asunto del Gobierno o de la Policía o de los empresarios. Este tsunami de acontecimientos ha tocado nuestro mundo interior, nuestras relaciones con familiares y amigos y hasta nuestras creencias religiosas. Y aquí estamos, en la mitad de la tormenta, viendo, escuchando, esquivando, llenos de miedo o de rabia o de ambas, sin saber para dónde vamos. ¿Cuál es el rumbo? Por eso es tan simbólica la frase de “ningún viento le sirve a un barco que no sabe para donde va”.

¿Para dónde vamos? Deben darse respuestas nacionales, colectiva y locales de inmediato. A su vez, deben existir planes de desarrollo a largo plazo. Pero, este es el escenario externo. Hay que producir otra clase de movimientos que si son urgentes y de total responsabilidad personal.
¡Movimientos que no se pueden evadir! Porque si días tan difíciles no han abierto la mente, sino se pueden aceptar otros enfoques y terca y obstinadamente se continúa pensando igual, soy como una vaca atravesada en el camino. No sumo, divido… El cambio no empieza de arriba para abajo. Se inicia de abajo para arriba, siendo consciente de mi responsabilidad como ciudadano. E incluir es la palabra mágica que abre la puerta a la convivencia. ¿Comenzamos?
Sigue en Twitter @revolturas

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