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‘Todo’ Cali...

La exclusión es un arma letal para la salud emocional de una comunidad. Y mucho más para un individuo... ¿Peligroso ir en contravía?

29 de noviembre de 2021 Por: Gloria H.

‘Toda’ Colombia lamenta la muerte del estilista Leal, dijo una periodista en emisora nacional. Caleño que se respete, baila salsa. A todos los hombres les gusta el fútbol. ‘Uribe, Cali esta contigo’ se leía en la pancarta. Toda Cali quiere la revocatoria de Ospina. Cali entera pide la restitución de la estatua de Belalcázar a su pedestal. Para todos los caleños, el monumento de la Resistencia es un adefesio. Nadie en Cali quiere los puentes pintados con alusiones políticas…

Podríamos continuar con las generalizaciones. Con un lenguaje totalmente mentiroso (por decir lo menos), no hay nada más equivocado que la exageración. Nos acostumbramos a las generalizaciones y aceptar la diferencia es absolutamente peligroso porque pareciera que es el consenso lo que le da seguridad a mis palabras. No soy capaz de ‘argumentar’ en cabeza propia y por ello me apoyo en un colectivo imaginario. Y claro, mi inseguridad necesita creerse el cuento de que ‘todos’ están de acuerdo con mi idea. ‘Mi’ pensamiento es la verdad universal. Y otra vez, practicando la exclusión, aquella tenebrosa discriminación que dolorosamente vivencian muchos seres humanos. ¡No hemos aprendido!

Me impacta la seguridad con que se emite una generalización. Pero peor ‘falla’, cuestionar esa generalización. Ipso facto quedas catalogado como enemigo, como troglodita. Claro, eres diferente y esta cultura pareciera no soporta lo diferente, es peligroso salirse del consenso. Los consensos son secuestradores de la individualidad. La generalización es enemiga acérrima de la pluralidad. La inmunidad de rebaño no se necesita tan solo en la salud física frente al covid. Sí que es necesaria para conservar la salud emocional en cualquier escenario donde te manifiestes. Marcar un pensamiento propio te convierte en enemigo. En especial a muchas de las nuevas generaciones se les castra su manera particular de ver el mundo. De cuestionarlo, de quererlo ‘a su manera’, de que no acepten nuestros valores, nuestras estatuas, nuestras creencias, nuestras ideas, nuestro consumismo. No lo aceptan y están en su derecho. ¿O qué clase de mundo les hemos construido y les estamos dejando?

No me gustó que el ministro Molano diga, desde su nicho bogotano, qué debemos hacer con la estatua de Belalcázar. El centralismo no es bueno los lunes y malo los martes. Fue una agresión indígena haberla derrumbado, pero la solución de volverla a colocar porque ‘todo Cali quiere’ no es más que perpetuar la violencia de unos contra otros. Será tema de nunca acabar si se impone y no se dialoga… Hay que oír, equilibrar, conciliar.

En muchas ocasiones las vías de hecho son el único camino que queda para ser tenido en cuenta. Nuestro presente tiene tal cantidad de rabia guardada no canalizada (indígenas, clases sociales, razas diferentes a la blanca, la naturaleza, la mujer, los animales, los sexos) y esa saturación histórica es la que nos llevó a la violencia presente. La pluralidad se debe aceptar porque ‘toda’ Cali no quiere lo mismo. Pluralidad significa respeto por la diferencia, aceptación de múltiples miradas, camino arduo, pero único para que todos ‘quepamos’. La exclusión es un arma letal para la salud emocional de una comunidad. Y mucho más para un individuo... ¿Peligroso ir en contravía?
Sigue en Twitter @revolturas

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