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¡Quítese la careta!

¡Qué paradoja! Los adultos construimos el mundo de hoy pero estamos paniquiados con las consecuencias.

24 de septiembre de 2018 Por: Gloria H.

¡Qué paradoja! Los adultos construimos el mundo de hoy pero estamos paniquiados con las consecuencias. A cada momento nos extrañamos del alcance que toman las cosas como si fuéramos unos totales ignorantes, ingenuos o idiotas que nunca previmos los resultados. Parecemos extraterrestres aterrizando en un mundo desconocido. ¿A qué horas llegamos a estos extremos? ¿En qué momento esto se salió de madre? ¿Cuándo perdimos el norte?

Claro, las nuevas generaciones viven en el mundo que fabricamos para ellos, pero no, así no era. Ellos son huéspedes de nuestras tecnologías, de nuestras creencias, de nuestra mentalidad, de nuestras ilusiones y frustraciones. Pero, bien hipócritas, taimados o cínicos, no resistimos ver lo que las nuevas generaciones están haciendo con lo que les entregamos. ¿Cómo así? ¡Así no era!

¿Sexo virtual, juego de la botellita, desenfreno sexual, páginas pornográficas? ¿A qué horas pasó? ¿Sexo a los 12 años? ¿Quién les dio permiso? ¿Celular 24 horas? ¿Tecnología de avanzada, comunicación virtual instantánea? ¿Cómo se les ocurrió? Alcohol o droga ilimitados, ¿dónde lo aprendieron? Nos desgarramos las vestiduras por lo que se vive, como si estuviéramos en una pesadilla, sin reconocer la responsabilidad que nos cabe.

Pero claro, lo único que se nos ocurre hacer es prohibir. No existe mejor elemento que la prohibición, la censura, lo punitivo. La única determinación válida e inmediata es prohibir como si no supiéramos (¿otra vez ingenuos?) que lo prohibido es lo que más atrae. Y luego nos sorprende la doble vida que tienen (¿ese es mi hijo?, mi hija no es capaz de hacer eso) como si no los obligáramos a ser morrongos precisamente por las actitudes que asumen los mayores.

Se dijo que el sexo era lo máximo pero no para ellos. Ellos no tienen permiso hasta los 18 y con novia o novio formales o, peor aún, cuando papá y mamá lo ‘autoricen’. ¿Adulto, en qué mundo vive? Hay escándalo porque lo hacen en un salón de clase cuando los mayores lo hicimos en carros, en parques, al lado del mar, en el consultorio médico.

Nos sorprendemos por la erotización de sus mundos cuando los mayores creamos ese mundo erotizado. ¿Vender una llanta con una vieja en bikini no es vender sexo a toda hora? Pero si el muchachito con hormonas calientes o la muchachita queriendo ser vista, hacen ‘algo’, es que son depravados, no manejan límites, están desbordados. ¡Por Dios! Más hipócritas no podemos ser.

No podemos seguir quejándonos y prohibiendo Hay que enfrentar, ayudar, guiar. El plástico, la explotación de la naturaleza y de los animales, sexo a cualquier edad, el abuso y maltrato infantil, son construcciones adultas que padecen las nuevas generaciones pero que escandalizan por lo que hacen. Claro, aprendieron y ‘superaron al maestro’. Ahora, entonces, es como, de la manera más madura, conseguimos lo mejor de lo que se vive. En especial sobre el sexo hay tanto, pero tanto qué revisar. ¿Hasta cuándo se prohíbe?

Informar, dar elementos de manejo, desmitificar las relaciones, hablar de condones y pastilla del día siguiente, ¿qué tan preparado está para aceptarlo? Si no lo hace es que es un taimado… Y debe estar preparado para las consecuencias, no de lo que ellos hacen, sino de su doble moral. Adulto, llegó la hora de quitarse la careta.

Sigue en Twitter @revolturas

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