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¿Quiere creer?

“Me puso así por la familia de él. Tenía un tío que se llamaba Martín Elías (Maestre). Era el acordeonero con el que cantaba las parrandas en las fincas. Iban en un carro, manejando mi papá, tuvieron un accidente y el tío murió. (A Diomedes) le dolió mucho porque era su adoración. Mi mamá al final me registró sólo como Martín Elías.

17 de abril de 2017 Por: Gloria H.

“Me puso así por la familia de él. Tenía un tío que se llamaba Martín Elías (Maestre). Era el acordeonero con el que cantaba las parrandas en las fincas. Iban en un carro, manejando mi papá, tuvieron un accidente y el tío murió. (A Diomedes) le dolió mucho porque era su adoración. Mi mamá al final me registró sólo como Martín Elías. Cuando mi papá se dio cuenta, le dio rabia. Le decía: te dije que él va a ser como el tío mío, el Gran Martín Elías. Por eso, desde pequeño me presentaba así ante los amigos y en conciertos”.

¿Quiere creer? Usted elige. Pero el que no lo admita ronda más el terreno de la ignorancia que el del conocimiento. Mas aún, es más cercano al miedo que a la apertura de mente, tan necesaria en el siglo actual. La teoría psicológica dice que se pertenece a un alma familiar al igual que se pertenece a una alma nacional y cargamos lo bueno y lo malo de esa ‘identidad’ de grupo. Donde quiera que se llegue con pasaporte colombiano, pueden mirarnos, o como cercanos a Shakira o a Pablo Escobar. Todo depende del ‘conocimiento’ que tengan los funcionarios de migración de estos personajes. Y aun cuando no se tenga ninguna relación directa con ellos, ‘padecemos’ para bien o para mal su fama: ¡Identidad nacional! Así sucede en las familias. Cuando se bautiza a un niño con el nombre de un antepasado (vivo o muerto), se lo ‘carga’ con la intención de ser un sustituto de ese personaje, como si se le colgara toda el pendiente del ancestro en sus hombros, en su destino. Como si se quisiera que repitiera su vida. Como si se deseara que arreglara los pendientes de su historia. Y es allí donde ‘atrapamos’ a ese niño o niña en una vida que ‘no le pertenece’. Es aterrador comprobar cómo se repiten inexorablemente hechos de una semejanza impactante en esas vidas. Martín Elías es un niño ‘reemplazo’, un sustituto. El dolor del padre se convirtió en deseo y el muchacho ‘cumplió’ al pié de la letra, el encargo de reemplazar al tío. Hasta murió igual que él.

No es magia, brujería, o mala suerte. Es Psicología, sustentada en explicaciones de Psicogenealogía y Constelaciones Familiares, donde profesionales brillantes, con raíces psicoanalíticas, dan fe de ello. El trabajo de Anne Ancelin Schützenberger es impactante. Sin embargo, a muchos ‘les aterra’ saber que existen ‘fuerzas’ o energías que escapan a su razón y no admiten que existan herramientas psicológicas que curan y sanan, cimentadas en teorías no convencionales. Nombres repetidos, nacimientos en fechas de años o meses cercanos unos de otros que generan gemelos simbólicos, fechas donde la tragedia familiar se repite, la intención denominada ‘proyecto sentido’ de concebir al hijo para que cumpla una ilusión paterna, todos factores que marcan el destino del que está por llegar. Que pueden convertirse en ‘lápidas’ inconscientes que se arrastran hasta tener conciencia del hecho y poderse liberar. Martín Elías es una prueba. Como existirán miles y miles de seres ‘cargando’ historias donde se conjugan por igual, el pendiente de la familia y la conexión del individuo con ese pendiente. ¿Por qué unos sí y otros no? He allí el asunto. Es la decisión de asumir la reparación como si fuera una obligación, un mandato. La necesidad de ‘pertenecer’ genera esta clase de elecciones.

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