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¿Qué significa calumniar?

Según el diccionario calumnia “es una acusación falsa contra alguien dicha con...

1 de octubre de 2013 Por: Gloria H.

Según el diccionario calumnia “es una acusación falsa contra alguien dicha con la intención de dañar”, definición que abre mil puertas diferentes para interpretar de mil maneras diferentes su significado. Desde el término “acusación” hasta la expresión “con intención de dañar” merecen interpretación. Porque una cosa es quien lo dice y otra quien lo escucha. De allí que sea tan valioso, en ese momento, reflexionar sobre la validez de ciertas creencias sin la urgencia de llegar a algún acuerdo o a algún resultado. El solo hecho de ‘ventilar’ términos nos puede llevar a actitudes más adultas. ¿Existe el irrespeto? ¿El respeto está en la boca de otros? ¿Alguien puede irrespetarnos? ¿La opinión de alguien puede dañar la identidad de otro? ¿Somos tan frágiles que una palabra ‘no esperada’ puede derrumbarnos? ¿La necesidad de aprobación o reconocimiento impide que otros, con razón o sin ella, expresen lo que consideren significativo? ¿Cada quién en su fuero interno tiene derecho a pensar lo que se le antoje? ¿Y a decirlo? ¿Existe la calumnia? ¿Hasta dónde llega la libertad de opinar, de analizar o criticar? ¿Los seres humanos somos un cuerpo único donde no hay cabida para la diferencia de criterios o interpretaciones? ¿Solo existe discriminación racial y social o también podremos hablar de discriminación de opiniones, lenguajes, pensamientos? ¿Nos destrozamos porque somos diferentes?El poder de la palabra es infinito. La información es capaz de transformar una sociedad. Las palabras escritas o dichas son las únicas que casi instantáneamente modifican un estado de ánimo. Las palabras tienen la fuerza de un ciclón cuando ‘llegan’, cuando generan resonancia. Es decir cuando sintonizan con algo interior. La resonancia significa que estamos en la misma frecuencia. Los anónimos, por ejemplo, impactan cuando logran sintonizar con algo interior, cuando resuenan en una misma frecuencia el emisor y el receptor. Si no hay resonancia, la palabra no llega, no hay eco y por lo tanto su efecto es inocuo. Hay anónimos que nunca ‘rozan’ a quien los recibe porque no hay identificación con nada de lo escrito. El problema no está en lo que se dice sino en lo que ‘llega’. Y, ¿por qué llega? Porque lo dijeron afuera o porque ‘sintonizó’ adentro. Claro, se necesita dominio espiritual para resistir una andanada, pero, ¿cuál es el límite para censurar opiniones? ¿Que no se digan o que no se expresen significa que ‘desaparecen’ o solo son invisibles pero siguen existiendo?Creo que el respeto por la opinión ajena, es un asunto bien delicado. Porque la opinión ajena se tolera siempre y cuando la interprete “como me gusta”. Si no gusta, entonces es, ¿acusación?, ¿está cargada de mala intención? El valor del conflicto y de las discrepancias es valiosísimo porque no son las igualdades las que nos hacen mejores seres humanos sino, precisamente, las diferencias para entender cómo respetar lo que no concuerda con lo que creo o pienso. No me asusta que hoy, en Cali, vivamos la diferencia de criterios porque nos muestran como una comunidad que difiere pero se puede permitir el espacio de encontrarse “en un lugar especial” para manejar las diferencias. Los muchachos se matan por el color de sus camisetas, ¿los adultos acaso, no podremos buscar “sitios de encuentro” dónde ventilar las diferencias, los criterios y llegar no a igualdades sino a entendimientos comunes donde se pueda respetar que sigamos siendo distintos? Por algo Cali se precia de ser multicultural y multiétnica. ¡Probémoslo!

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