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¿No tiene frustraciones?

Solo que el que no tiene frustraciones no oye porque no tiene nada que revisar. ¡Está en lo suyo! ¿De ese tamaño es el problema del Presidente de Colombia?

6 de enero de 2020 Por: Gloria H.

En la entrevista que el presidente Duque diera a este periódico hay una frase que impacta por lo que significa. Diego Martínez le pregunta, “¿no es una frustración para usted el tema de Venezuela (Maduro aún sigue en el poder a pesar de todo su esfuerzo)?” Y Duque en la más evasiva respuesta que pueda darse, contesta, “yo no soy persona de frustraciones”, para luego continuar con más explicaciones sobre el tema. ¡Por Dios! No es un hombre de frustraciones. ¿Entonces en qué mundo vive?

Por eso es por lo que no logra conectarse. Por actitudes totalmente impostadas o falsas es que está tan lejos de la gente. Por eso es que no existe resonancia entre él y los ciudadanos. Tiene que estar muy desenfocada una persona cuando dice que “no soy hombre de frustraciones” como si las frustraciones fueran una elección voluntaria en la vida de los humanos. Como si la frustración no fuera un aprendizaje básico al igual que la lectura o la escritura.

Aún más, como si las frustraciones no fueran indispensables en el proceso de madurez puesto que te ubican dentro de una realidad. Todo no se puede. Todo no se logra. No conseguimos todo lo que nos proponemos, por más buenas intenciones que se tengan. Un objetivo propuesto puede verse frustrado por diversas circunstancias que no siempre dependen del ‘constructor’ del objetivo. La naturaleza, la suerte, las energías, la comunidad, las circunstancias, todo puede influenciar para que el resultado no sea como se espera.

Y entonces, educar a un ser humano es formarlo dentro de la frustración si se espera que pueda desenvolverse con un mínimo de aceptación de la realidad. Los psicólogos sabemos muy bien que en el mundo moderno educar para manejar la frustración es materia indispensable tanto en familia como en colegio. Pero, olímpico, Iván Duque se ufana de “no ser persona de frustraciones”. ¿De qué está hecho? ¿En qué mundo vive?

Claro, pudo contestar diferente, aceptando una posible ¿desilusión?, ¿fracaso?, ¿expectativa?, pero prefirió responder de la manera donde las cosas “no importan” como sucedan yo sigo con mi historia, a mi manera, alejado del contexto de una realidad que pareciera muchos ven pero él no.

Entonces respuestas como “¿de qué me hablas viejo?” no son tan ocasionales. Pareciera entonces que el desenfoque es estructural. Igual con Bojayá, el asesinato de los líderes, el diálogo con los promotores del paro, etc., la realidad es la que este Gobierno se cree, no la que existe afuera, en el miedo de la población o en el líder amenazado, o en el descontento juvenil.

Llegar tarde, estar en el lugar equivocado, no percibir el malestar ciudadano. Desconexión, qué gran dificultad la que enfrenta Duque porque no resonar con el sentir de un gran número de personas es lo que lo hace tan distante, tan frágil, tan títere. Porque, ¿quién le determina su actuar?, ¿qué es aquello por lo que vibra o lo conmueve? ¿El cambio de director de comunicaciones logrará el milagro de conectarlo con el sentir ciudadano?

Las agendas preconcebidas de los gobiernos sin participación ciudadana están mandadas a recoger. Le pasó a Piñera en Chile pero escuchó y hay opciones de cambio. Solo que el que no tiene frustraciones no oye porque no tiene nada que revisar. ¡Está en lo suyo! ¿De ese tamaño es el problema del Presidente de Colombia?

Sigue en Twitter @revolturas

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