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Las emociones subieron al podio

‘Efecto Pigmalión’, creyendo en el ser humano, generando confianza y ‘Efecto Lucifer’, en la Universidad de Stanford, descubriendo lo más monstruoso de un individuo.

2 de agosto de 2021 Por: Gloria H.

Tal vez lo más gratificante de estos Juegos Olímpicos es que las emociones se convirtieron en deportistas de alto desempeño y por fin subieron al podio. Dejaron el anonimato, la invisibilidad vergonzante con la que la razón intentó anularlas y ahora son protagonistas de primera línea. Ahora las emociones existen, son válidas, no hay que esconderlas. Los deportistas han hablado de ellas, las vivencian y padecen, tienen momentos de tensión y ansiedad. Se asustan con lo que experimentan. Y ninguna preparación ni entrenador logra ponerlas en cintura cuando desbordan al participante. Los deportistas las validaron, sacándolas del ostracismo y recalcando que todos las tenemos y debemos aprender a conocerlas. ¿A propósito, qué sabe usted de sus emociones?

O sea que sí importan. Sí cambian el transcurso de los acontecimientos. Sí logran modificar resultados fríamente calculados. Terminan siendo más poderosas que los entrenamientos físicos, programaciones nutritivas, o la disciplina y parafernalia invertidas. Son las emociones, las nuevas protagonistas del mundo, capaces de alterar el devenir de la historia. Quién lo hubiera creído: ahora son las emociones las dueñas del raiting, son las que están derrotando en franca lid a la poderosa razón, mereciendo medalla de oro por su actuación. Subieron al podio. Nada concreto y objetivo logra domesticarlas. El mundo ya las mira y están ganándose un lugar vital en la condición humana. Por fin son significativas. Si no que lo diga la pandemia. Porque ambos hechos, pandemia y Olímpicos, nos aterrizaron en la importancia de la salud emocional.

La humanidad las ha manejado de tres maneras; sufriéndolas, estudiándolas o rezándolas. El individuo las ha sentido, la ciencia las ha estudiado y la religión las ha moralizado. La mirada pasional y romántica, la rigurosa y científica y la moralista o religiosa. Para la ciencia, las emociones son vergonzantes porque no puede encajarlas en su objetividad científica. Se le escapan, no las controla, están fuera de su racionalidad. Un ser emocional se cataloga como descontrolado o inmaduro. Por el contrario, individuo maduro es el racional. Seguir hablando de objetividad es un contrasentido pero la ciencia no puede aceptarlo porque significa que más fuerte que la razón es el mundo emocional y allí, en ese mundo emocional, sólo ‘manda’ el que conoce sus emociones. La ciencia intenta no sentir, ni percibir. Alardea de ser objetiva, donde los investigadores carecen de emotividad. ¿Será que sí?
Dos experimentos conocidos en psicología como ‘Efecto Pigmalión’ y ‘Efecto Lucifer’ hablan del poder de las emociones y cómo tocando el mundo emocional, nos podemos convertir en ángeles o demonios.
‘Efecto Pigmalión’, creyendo en el ser humano, generando confianza y ‘Efecto Lucifer’, en la Universidad de Stanford, descubriendo lo más monstruoso de un individuo. Hoy por hoy, ‘avaladas socialmente’ por los deportistas, será más fácil permitirse reconocerlas. Lo significativo del mundo actual es que se abre un campo ilimitado de estudio para el mundo emocional, donde un ser integral es más valioso que un ser racional. Una emoción es más fuerte que la razón.

La inteligencia se doblega ante una emoción desbordada. Por eso, para muchos, las emociones son peligrosas. ¿Les tiene miedo?
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