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La pasión del fútbol

¿De dónde nace esa pasión desenfrenada por el fútbol? ¿Cuál puede ser...

28 de junio de 2011 Por: Gloria H.

¿De dónde nace esa pasión desenfrenada por el fútbol? ¿Cuál puede ser la explicación de que un hombre (o muchos) capaces de no llorar ante la tragedia de un niño abandonado, puedan llorar como niños chiquitos, buscar el refugio de otros brazos (masculinos como ellos) para desahogar su dolor porque su equipo de fútbol bajó de categoría? ¿Cómo un hombre (o muchos) logran ‘abandonar’ a un hijo de sus propias entrañas y no son capaces de desprenderse ‘jamás’ del equipo de sus preferencias? ¿Por qué los hombres pueden expresar emociones frente al fútbol y congelarse ante cualquier situación sensible frente a sus compañeras?No es un asunto banal. Es un tema de vital importancia porque es una radiografía del comportamiento masculino, difícil de asimilar. El juego de una pelota que entra en una portería, los hermana hasta el punto de que pueden besarse, abrazarse, acariciarse, sin ninguna clase de temor de ‘ser mal vistos’. Es allí y sólo allí, donde las emociones de los hombres son desbordadas. Es allí y sólo allí donde están totalmente desinhibidos. Como si los equipos de fútbol fueran el único espacio donde se pueden conectar con sus emociones más primarias (e instintivas). Son ‘otros’ con comportamientos desconocidos para los diferentes mundos donde se mueven. Gritan, se contonean, hacen ‘el oso’, se disfrazan con camisas, gorros y pantalones extrañísimos. Nada importa. En el mundo del fútbol toda está permitido. No hay plata ‘para nada’ pero para el partido de fútbol siempre alcanza. El fútbol es una pasión que los desdobla. Para el fútbol no hay obstáculos y todo pasa a segundo plano cuando hay un juego. Hasta hace poco el fútbol era un espacio netamente masculino donde no había cabida para las mujeres. Pero no porque se prohibiera sino sencillamente a la mujer no le interesaba.Hoy sí le gusta. Pero jamás llega a los niveles de pasión que le produce al hombre. Mejor sería expresar que es la energía masculina, empacada en cuerpo de hombre o cuerpo de mujer, la que se apasiona de esta manera por este juego. Una energía masculina que expresa mucha lógica y razón pero que no puede soportar ni emociones, ni gritos, ni histerias. No en vano se burlan de las mujeres (o energía femenina) que hace aspavientos, llora o vive tragedias por pendejadas como una película. Pero para el fútbol el hombre (energía masculina) sí puede desdoblarse: el fútbol le “da el permiso” de expresar emociones íntimas que en otro espacio los avergonzaría. Por lo general nuestro hombre patriarcal rehusa la intimidad. Y si se le solicita expresar una caricia en público, cambia de color y ‘hace el deber’ forzado y frenado. Nada de aspavientos. Él no va a hacer el ridículo de expresar emociones ante otros: la sensibilidad para ellos, es un asunto privado. En el fútbol ni se da cuenta de lo que hace ni lo que expresa. Está fuera de sí y los besos y abrazos entre ellos pululan y se disparan por todo lado. ¿Cómo explicarlo?Ningún deporte produce lo mismo que el fútbol. Ninguno. No debe ser casualidad que el juego consista en introducir un balón en una portería: simbólicamente la explicación de ‘meter’ en un espacio ‘reducido’ justifica (y estimula) esa locura colectiva y el desenfreno de emociones desbordadas. Sería muy interesante que también demostraran esa ‘pasión’” frente a ‘otras’ porterías. Porque, que quede la explicación de que es más estimulante sólo entre hombres, generaría mil interpretaciones sobre el macho patriarcal. ¿Las hacemos?

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