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Interpretando

Me gustó mucho que Hernán Peláez hablara. Cuando a los amigos...

3 de febrero de 2015 Por: Gloria H.

Me gustó mucho que Hernán Peláez hablara. Cuando a los amigos los tratan mal (con razón o sin ella) se nos ‘arruga’ el corazón. Me considero amiga (¡qué presunción!) de Gustavo Álvarez Gardeázabal y no me agrada ni cinco cómo lo han cogido de ‘trapo sucio’ y han barrido con él. Interpretaciones van y vienen, que no es honesto, que estorba, que es agresivo, que es manipulador, que “compra” información… en fin, en ese nido de víboras entre pesos pesados, se han dicho de todo. Borondongo le dio a Muchilanga… Sé que Gustavo no es fácil pero una cosa es que se lo deteste, que se le tenga rabia, que se considere que es un monstruo, a justificar que, porque no se quería trabajar con el “porque si”, se extienda un manto de duda sobre su ética profesional.El espectáculo de los gurús del periodismo ventilando sus prontuarios es impactante. Y es fuerte porque pareciera que cada quién tiene algo en su pasado que quisiera esconder o que fue mal interpretado o no fue realizado de la ‘mejor’ manera. Félix De Bedout casi arrinconó a Peláez para que ‘justificara’ la actuación de Gustavo Gómez en la salida de Álvarez. Pero Peláez no se dejó manosear. Pudo ‘culpar’ a Caracol del pésimo manejo en la salida de Gustavo, (así no se hace) y explicar su planteamiento con ecuanimidad. Aún más, defiende a su colaborador (Gardeazábal)a capa y espada y ‘lanza’ una interpretación sobre sus detractores que, como toda interpretación, puede ser cierta o no. Pero es una interpretación. Hernán Peláez dice que con qué “altura moral” Coronel (de la revista Semana) puede juzgar a Gardeazábal cuando él tiene un lío en NTC sin aclaración. Félix riposta que él si puede explicar el lío de Coronel. Muchilanga le dio a Bernabé… Entonces todos tienen ‘interpretaciones’ ciertas o no que son juzgadas por otros y que pueden llevar a comentarios injustos. Peláez tiene ‘interpretaciones’ ‘non santas’ sobre Coronel y otros. ¿Quién tiene la razón?Cuán fácil (y lógico) habría sido despedir a Gardeazábal de una manera decente y elegante porque el nuevo jefe, Gómez, no quería trabajar con él. Porque no le gusta, porque no habla inglés, porque es pueblerino… por lo que quieran. Es la propia elección. Pero lo que no es ético es enlodar para justificar. ¿Que les faltó decencia a todos? Claro que si. Y lo que es más delicado aún: siempre estamos interpretando y en el mundo de las suposiciones, todo cabe, todo es posible. Pero es muy ‘harto’ ver, oír o leer a esos monstruos de las comunicaciones en esa ‘cocina’ de egos donde definitivamente ninguno sabe perder. O ceder. O aceptar. Cada vez es más claro que los comunicadores tenemos que empezar a mirar de qué tamaño son nuestros egos y cómo ese poder ilimitado que nos dan la exposición a los medios, no nos puede volver tan prepotentes o soberbios, siempre tratando de tener la razón.La próxima semana es el día del periodista y -otra vez- la fecha es propicia para mirarnos a nosotros mismos, para bajarnos del olimpo de los dioses y atrever a revisarnos. ¿Alguna vez se nos ha ocurrido ‘abrir’ un micrófono el día del periodista para oír o leer -libremente- lo que nos quieran decir? ¿Nos asusta? De pronto nos llevamos una sorpresa… La información y la comunicación, son las nuevas herramientas, el nuevo poder mundial. Pero no puede existir ningún poder, en el contexto humano, que sea absoluto. Ninguno. Ni siquiera el argumento de que la total libertad de expresión es lo que sostiene la democracia y por lo tanto debe ser ilimitada. En el contexto humano nada es totalmente perfecto o absoluto. Por tanto, tendremos que tragarnos algunos sapos en pos de un equilibrio. Las totalidades siempre son excluyentes y agresivas. Es la condición humana.

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