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Esto también pasará

Diciembre es una época propicia para hacer balances y preguntas. Al menos...

22 de diciembre de 2015 Por: Gloria H.

Diciembre es una época propicia para hacer balances y preguntas. Al menos intentar cuestionar el sentido de la vida. ¿Qué hacemos aquí?, ¿cuándo nos vamos a morir?, ¿qué hay en el más allá? La historia personal es la ‘responsable’ de que nos guste o disguste la época navideña. En ella se guardan las emociones que identifican buenos o malos momentos. Allí están el recuerdo, la añoranza, el miedo o la ilusión, y de acuerdo a ese ‘programa’ interior se vive la temporada. ¿Cómo detener el tiempo? ¿Cómo prolongar los momentos de felicidad? ¿Cómo desaparecer aquellas situaciones que tallan y marcan para toda la vida? ¿Cómo lograr que el mundo se quede quieto? O por el contrario, cuando sufrimos, ¿cómo lograr que apresure su paso? ¿Cómo derrotar la incertidumbre si esta sensación es futuro y por lo tanto ‘no existe’ pero sí se siente?Pero buenos o malos, los momentos agradables o desagradables, también pasarán. Los desagradables serán ‘eternos’, lo agradables instantáneos. Lo que marca la diferencia entre unos y otros no es el tiempo que en definitiva no existe, sino la sensación que acompaña ese momento y que la creamos nosotros mismos. Porque es obvio que de acuerdo a nuestra escala de conciencia, sentimos, percibimos y cuestionamos. Ni el bullicio, la carrera, el dinero o los adornos navideños logran silenciar al inquilino interior que anhela más respuestas, casi las exige. Y no las hay, no. Sólo queda la prisa del tiempo. Porque todo pasa. Más rápido o más despacio, de acuerdo a lo que anhelamos. En un abrir y cerrar de ojos, ya no está lo que antes nos generó o tanta ilusión o tanto miedo. El tiempo se nos escapa como se escurre el agua entre los dedos. No, no lo puedo detener, ni agarrar. No tengo la capacidad de congelar el momento pleno, ni evitar lo difícil. Todo pasa.Entonces, pasará tu momento de dolor. Tiene que pasar porque el mundo no está quieto. Pero también pasará tu satisfacción por el triunfo logrado en tus estudios. Pasará. Pasará el viaje soñado, la fiesta ‘especial’. Pasará el honor de tu condecoración, pasará el momento de alegría porque obtuviste el puesto deseado. Pasará el dolor por la pérdida del abuelo, o de la hija o del compañero. Pasará porque el mundo no tiene un minuto igual a otro. Pasará la satisfacción de la compra del carro. Pasará la alegría por haber ganado el concurso, por haber derrotado a otros. Pasará este diciembre y pasará esta Navidad, buenas o malas pero pasarán. Pasará el amor con el cual te enamoraste: pasará, de ti depende eso sí, que encuentres otras formas de amar y de amor que se vayan adecuando al devenir de tu propia vida. Pasará tu cuerpo bello, tu cara linda, tu narcisismo al máximo por los aplausos y lisonjas. Pasará tu derrota económica, el mal momento, la angustia porque “no hay con qué”. Pasará porque el mundo no se queda estático. Pasará el momento del clímax en la relación sexual, ¡pasará! Pasarán tus conquistas amorosas como también pasarán tus fracasos y desplantes recibidos o propinados. Pasarán. La lista es larga y única, depende de ti. Lo importante es aceptar que estamos aquí de paso esperando ‘regresar a casa’. La trascendencia ayuda entonces a neutralizar tanto el dolor como la alegría para aprender que en definitiva si todo pasa, ¿por qué nos desgastamos tanto?

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