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¡Es con usted!

¡Y conmigo! Te lo dicen en todos los idiomas, desde diferentes lugares de la tierra, en modo risa y carcajada o en modo seriedad. Te lo anuncian desde la ciencia pasando por religión, espiritualidad, artes manuales, música, psicología o nutrición.

4 de septiembre de 2017 Por: Gloria H.

¡Y conmigo! Te lo dicen en todos los idiomas, desde diferentes lugares de la tierra, en modo risa y carcajada o en modo seriedad. Te lo anuncian desde la ciencia pasando por religión, espiritualidad, artes manuales, música, psicología o nutrición. Si está cansado de oírlo se puede volver una cantaleta. Y te lo seguirán diciendo. Sin embargo, por más que lo oiga, lo repita, se lo cuenten, lo lea o lo vuelva a escuchar, no podrá hacerse nada si cada quien no empieza. O sea que no más manos extendidas ‘esperando’ el cambio o soñando con que este país sea diferente si usted no está dispuesto a hacer algo personal. A untarse de lo que estamos viviendo. Y untarse significa comprometerse. El cambio no lo harán los políticos, ni los viejos, ni los nuevos. Hay que comprometerse con lo que anhela. Nadie más lo va a hacer porque es una tarea eminentemente personal. Nadie nos va a eximir de esa responsabilidad. No llegara ningún congresista, no habrá ningún sacerdote, pastor o religioso, o alcalde que logre el milagro. No es desde afuera donde nos harán cambiar.

A Exposer asistieron más o menos 1500 personas. Escucharon una y otra vez lo mismo pero en versiones diferentes, desde diversas posiciones de escuelas del pensamiento y de la ciencia. Pero fue lo mismo. Una y otra vez. En términos populares “la misma perra con distinta guasca”. En términos más sofisticados, cualquiera que sea el camino, cualquiera que sea la ruta, al final se llega al mismo lugar. Todo empieza en uno, ningún proceso es efectivo si no hay una toma de conciencia personal. Y si estas 1500 personas de este Seminario empiezan, por ejemplo, a sintonizarse con el otro y no juzgar (versión Mario Alonso Puig) o a cuidar su cuerpo con la alimentación (versión Julio Calonje) o a manejar mejores relaciones con los hijos (Los Bucay) o a permitirse ser feliz valorando lo que se tiene no lo que falta (versión Pilar Sordo), a caer en cuenta (versión Karen Berg) algo tiene que moverse en el entorno. Y en ellas. Y en Colombia.

La campaña política se avecina feroz. Con agresividad desde todos los costados. Ataque hecho, ataque devuelto. Pero no solo de políticos e implicados directos. Sus seguidores hacemos gavilla y contribuimos al clima de agresividad colectivo contestando insultos, defendiendo al representante de nuestro equipo. Entonces, empecemos por allí. Si sabemos que no vamos a cambiar al otro, si sabemos que esperar que primero se mueva el vecino antes que yo, es una utopía, actuemos. Comencemos por no dejarnos engarzar en la rabia y el miedo de quienes quieren seguir en actitudes de violencia. No responder, pero sí respetar la opinión ajena, es un buen comienzo. Y allí todos participamos. Si algo de lo que oímos “nos quedó” es allí donde se inicia la paz…

La corrupción no se elimina con una ley. Ingenuos si lo creemos. Con bajarles el sueldo a los congresistas las cosas no mejoran. Si hay que hacerlo, se hace. Pero construir una mejor sociedad es tarea individual. Podemos vivir literalmente en un infierno o en paraíso dependiendo de cómo encaremos las situaciones. Pero no lo digo yo. Es contundente desde todos los frentes. Mario Alonso Puig lo probó, justificó, demostró, lo ancló en la neurociencia. ¡Solamente queda practicarlo!

Sigue en Twitter @revolturas

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