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El hueso de De la Espriella

Abelardo De la Espriella, abogado de Natalia Ponce de León, la mujer...

8 de abril de 2014 Por: Gloria H.

Abelardo De la Espriella, abogado de Natalia Ponce de León, la mujer a la que le tiraron ácido en la cara, tuvo la ‘genialidad’ de lanzarle un hueso a Jonathan Vega, el hombre acusado de la agresión. De la manera más premeditada y calculada posible, De la Espriella le tira el hueso y le grita “allí te tiró ese hueso, perro” a la salida de la reunión de indagatoria. De la Espriella quiso lucirse y motivado más por la rabia y la retaliación considera, con su accionar, que las agresiones (cualquiera que estas sean) se justifican cuando se proceden del lado de los buenos (!), de los inteligentes (!), de los que tienen la razón (!), de aquellos que tienen justificaciones para vengarse (!). Sin embargo, esas actitudes totalmente machistas lo que demuestran es que existen acciones buenas, cuando las practican los buenos (!) y malas cuando las practican los malos (!). Pero el que tiene el poder y es dominante (el bueno) tiene razones plenas para hacer lo que se le venga en gana y además puede ‘acomodar’ la ley a su amaño. Malo, malísimo el accionar de Jonathan pero genial (!), brillante, lo de De la Espriella. ¿Será que sí?De Jonathan Vega llaman la atención varias cosas, incluidos su frialdad y cinismo, hasta casi desfachatez. Su forma calculada y premeditada (ojo, igual que De la Espriella), de organizar la acción, donde lo único importante es “realizar el hecho” sin medir las consecuencias de los actos. “Mi rabia y mi poder dan autorización para comportarme como me dé la gana”. Jonathan dice que no acepta “intento de homicidio” porque él sólo quería hacerle daño. No sé si Natalia o las otras mujeres agredidas preferirían mejor muertas que quemadas, viviendo con esa huella perenne en sus rostros y en sus vidas. A Jonathan no se le percibe arrepentimiento sino desafío, indiferencia, frescura. Claro, son interpretaciones pero su actuar pareciera corroborar lo que transmite.Pero lo De la Espriella es indignante como ‘representante’ de una sociedad cuerda, equilibrada, intelectual y seria. Y es machismo es toda su dimensión porque el machista maneja la ley, hace lo que se le da la gana, domina y atropella “a nombre de su verdad”, justifica su actuar porque es ‘defendiendo’ a una mujer indefensa, por lo tanto válido. No logra vislumbrar qué tan parecida es su actuación con aquella que censura, claro, no le quema el rostro a otra, pero humilla a un agresor con la filosofía de que el acusado no tiene derechos por respetárseles. Si vamos a vivir bajo la Ley del Talión, “apagá y vámonos”. La prepotencia de la ignorancia dice que Jonathan Vega no tiene ni siquiera la opción de analizar si en su psiquismo existen problemas mentales porque no va a justificar su actuar “haciéndose el loco”. Sí, puede intentar pasarse por enfermo pero existen pruebas psicológicas que detectan su grado de patología. Qué pena pero los problemas mentales ¡existen! El que convivamos con seres enfermos en nuestro entorno, incluida familia o trabajo, y no nos demos cuenta, no significa que no se den estos casos. Los problemas mentales nos ‘salpican’ a todos en la sociedad y por no saberlos manejar, no quiere decir que retrocedemos a la época de ‘buenos y malos’ por muy grave que sea el delito. La indignación totalmente emocional no puede llevarnos a convertirnos en De la Espriella con la doble moral e incoherencia más aterradoras. Pero… eso somos como sociedad. ¿Necesitaremos psicólogos?

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