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El cáncer del Ministro

¿Qué es la enfermedad? En palabras simples la enfermedad es un lenguaje. Es una forma como nuestro cuerpo ‘habla’, expresa emociones, sentimientos, frustraciones, resentires.

12 de junio de 2017 Por: Gloria H.

¿Qué es la enfermedad? En palabras simples la enfermedad es un lenguaje. Es una forma como nuestro cuerpo ‘habla’, expresa emociones, sentimientos, frustraciones, resentires. No es un castigo, Dios ‘no cobra’, pero la enfermedad sí tiene un significado muy particular de acuerdo a la vida y ancestros que se tienen. Carl Jung decía que “la enfermedad es el esfuerzo que hace la naturaleza para curar al hombre”. Como dicen las nuevas miradas de la Medicina, antes que suprimirla, la enfermedad se debe investigar. ¿Qué transmite el órgano enfermo? Cada sistema, cada parte, cada conexión, tienen un significado. Como holones, cada uno es particular pero pertenece a un todo. Nuestro cuerpo es el vehículo como se manifiesta aquello que no se ha expresado de otra forma. Hasta los ancestros se ven reflejados en las enfermedades. Lo importante, repito, es investigar.

“Todo empieza con el Dr. Ryke Geer Hamer, cuando su hijo sufre un accidente y muere. Meses más tarde desarrolla un cáncer de testículo. Se ocupa de sus pacientes de otra manera y les pregunta qué drama han sufrido antes de enfermar. Halla un impacto en cada traumatismo, no es psicológico, es biológico y psíquico. Busca los resentires que hay detrás de cada shock. Construye una cartografía órgano/resentir”. Palabras extraídas de un texto de ‘Descodificación Biológica’, conocimiento que integra cuerpo, mente y cerebro, para dar una explicación diferente de la enfermedad.

Me impactó el cáncer del ministro Alejandro Gaviria porque todo parece indicar que es una enfermedad ‘ganada’ por el servicio al país. Sí, nadie lo obligó, nadie le exigió ser funcionario público y dejar su ‘cómoda’ actividad intelectual, pero como no es un hombre deshonesto, ni vivo, ni tramposo, ni aventajado, los hechos y contratiempos de un trabajo tan desgastador, pudieron pasarle ‘su factura’. Alejandro Gaviria escogió servir a su país pero ni él, ni ningún funcionario público decente está preparado para la avalancha de situaciones, improperios, interpretaciones que debe recibir en el cargo que desempeña. Así se crea que las personas públicas ‘resisten’ cualquier situación o están preparadas para el manoseo, el vituperio, las encerronas, el bulling mediático, la realidad es muy diferente. Sienten, se resienten y su cuerpo manifiesta su angustia. En ‘Descodificación Biológica’ se dice que un melanoma es cuando uno “se siente ensuciado”. O también cuando se siente “tocado en su integridad”. ¿Tendrá algo que ver? Alejandro Gaviria es un hombre inteligente y brillante que decidió servir y de alguna manera su cuerpo resintió la avalancha del oficio.

Creer que todos los políticos son deshonestos o tienen intereses ocultos es parte de la cuota que debe aguantar un funcionario público decente. Considerar que no sienten y se los puede acusar de “lo divino y lo humano” porque no hace las cosas como “yo creo se deberían hacer” es también un despropósito. Con tantos sabiondos que ‘sí saben’, valdría la pena que les pusieran oficio público para ver cómo se desempeñan. Los críticos de fútbol y de los alcaldes, deberían realizar el rol que cuestionan para observar ‘con qué salen’. Con seguridad “puro tilín tilín y nada de paletas”. Tan fácil que es criticar… El Ministro merece gratitud, consideración y respeto.

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