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Dos hermanos

¿Qué significa pertenecer a una familia? ¿Qué tanto los comportamientos de los...

8 de septiembre de 2015 Por: Gloria H.

¿Qué significa pertenecer a una familia? ¿Qué tanto los comportamientos de los miembros de la familia nos afectan y tocan? ¿Escogemos familia? ¿Padecemos familia? ¿En todas las familias existe una o varias ‘ovejas negras’? Las inquietudes anteriores, pertinentes en cualquier historia familiar, impactan cuando se conoce a alguna de las personas de esa familia y sobre todo, cuando guardamos admiración hacia uno de los personajes implicados en el asunto. Siempre he tenido por Daniel Samper Pizano una inmensa admiración. Es algo así como el maestro a quien se busca asiduamente para aprender, para observar cómo desempeña su oficio, para captar su creatividad. Leer su ‘Reloj’ era un ejercicio de disciplina como quien se acerca a una fuente inagotable de conocimiento. Entonces vino la amenaza a la Unidad Investigativa de El Tiempo y tuvo que exilarse en España para salvar su vida. Paralelamente fue el gobierno de su hermano Ernesto y se libró de recibir “en vivo y en directo” todo el impacto de las denuncias del proceso 8.000. Si para cualquier miembro de familia una acusación (y una duda de esas) salpicando a uno de los integrantes de la familia, trastoca la vida, mucho más para un periodista que debía estar ‘denunciando’ las faltas del Presidente, hermano. ¿De qué lado estar? Compleja situación porque la sangre ‘tira’, a veces excusa, otras justifica. ¿Cómo no creerle al hermano a pesar de las gravísimas revelaciones de la Justicia y los Medios? Pero la distancia geográfica (imagino) ayudó a soportar el asunto. Se esperaría entonces que el hermano político hubiera aprendido a no cometer más ingenuidades (o estupideces).Pero vuelve y juega. Otra vez, el hermano político ‘que avergüenza’, confunde, pone en aprietos los sentimientos y la razón individuales y familiares. Y otra vez las circunstancias ‘liberan’ al periodista Samper Pizano de ‘comentar’ las infortunadas palabras del hermano Ernesto, director de Unasur. Hace unos meses Daniel decidió colgar la pluma y marginarse de escribir. No sé si podría decirse que “ya no es periodista”, o si, cual sacerdote ordenado, este oficio es para toda la vida. Pero, al menos, está ‘libre’ de opinar y ‘guiar’ a los lectores en el análisis de la situación. Porque, ¿cómo explicar las incoherencias del hermano? Como alguien dijera, Ernesto Samper tuvo la oportunidad de reparar en parte su mala imagen y actuación pero con las apátridas declaraciones en esta crisis, selló con tinta indeleble su ¿estupidez? ¿torpeza? ¿falta de visión? Y claro volvió a poner en serios aprietos a su familia. (A propósito, ¿con qué animal del zoológico comparara Daniel Samper Ospina las andanzas de su tío? Me imagino que estará ‘muerto de la risa’ tratando de justificar la ‘genialidad’ del tío inteligente. Es que una cosa es burlarse de los demás y otra diferente ridiculizar a los ‘propios’).Dos hermanos, dos historias, una contradicción. Una familia que educa y cría dos seres tan disímiles unidos por lazos sanguíneos pero a kilómetros de distancia en ideas y comportamiento. Dos mundos tan diferentes y a la vez tan extremos. Casi cabe preguntarse si Ernesto tuvo algún complejo frente a su hermano y quiso hacer ‘genialidades’ buscando protagonismo y fue la torpeza la que impregnó su vida. Como si fuera en contravía de todo aquello que su hermano Daniel valoró y luchó por transmitir. El uno tan centrado, el otro tan despalomado. El uno tan crítico, el otro tan complaciente. El uno tan realista, el otro tan iluso. No quiero imaginar la angustia, dolor, vergüenza, (o sabrá Dios qué emoción) se anida en el corazón de esta familia ‘repitiendo’ problema de ‘oso nacional’, ante el desacertado comportamiento de Ernesto frente a su país. ¿Qué genera esas diferencias entre dos seres “alimentados con la misma leche”? La respuesta puede estar en la Psicogenealogía donde las fechas, los nombres o los acontecimientos traumáticos, develan el inconsciente familiar para mostrar las lealtades o los pendientes que necesariamente ‘alguien’ debe resolver. No es fácil vivirlo pero sucede “en cualquier familia”.

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