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¿Diga lo que quiera?

De acuerdo con Diego Martínez. Tiene derecho a escribir lo que crea (así no estemos de acuerdo con varias de sus ideas), pero jamás debe callar.

26 de octubre de 2020 Por: Gloria H.

De acuerdo con Diego Martínez. Tiene derecho a escribir lo que crea (así no estemos de acuerdo con varias de sus ideas), pero jamás debe callar. Porque como decía Voltaire “no comparto lo que dices pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. El súmmum de la tolerancia es respetar al que nos irrespeta. Respetar la idea contraria, viniera de donde viniera, he allí el tema central. ¿Hay una sola verdad? ¿La verdad y la realidad son lo mismo? ¿Existe una sola verdad o existen tantas verdades como personas existen? ¿Usted tiene una verdad y yo tengo otra? ¿Hay una verdad universal y otra particular? ¿Debo aceptar ‘su’ verdad, cualquiera que sea, como usted debe aceptar la mía, independiente de que esté o no de acuerdo con ella?

Una recomendación básica en psicología es no callar. Hay que aprender a decirlo porque el silencio puede volverse tumor. ‘Lo que se calla se enquista en algún órgano’. ¿Cómo lo digo? He allí el meollo del asunto. Cómo expresar lo que se piensa, se cree o se siente. Pero claro el tema de Diego y los periodistas que tienen que ver con el derecho a la libre expresión, es una moneda de dos caras. Así como Diego tiene derecho a decirlo, a escribirlo, a expresarlo, el Alcalde también tiene derecho a hacerlo. Despacio, espérese. Porque el Alcalde, el Arzobispo, Trump, Duque, Ordóñez, cualquier funcionario público no deja de ser persona individual porque asume un cargo público. El puesto no lo despoja de su pensamiento ni de sus creencias. La ingenuidad es creer que una persona al asumir un puesto deja de pensar como individuo y se vuelve ciudadano de ‘Om’.

Allí está la ingenuidad. El que el funcionario público no lo diga no significa que no lo piense o no lo actúe. Además hoy por hoy Trump le ha dado un golpe tenaz al ‘comportamiento del servidor público’ porque ha dicho y ha expresado lo que le da la gana y como se le ha dado la gana. Trump legitimó a ‘Ospinas’, ‘Duques’, ‘Ordóñez’, ‘Monsalves’. Es decir se puede hablar, se puede expresar cualquiera que sea el extremo del ring que se ocupe. Es un contrasentido, una incoherencia que los periodistas sí puedan decirlo y los funcionarios públicos no. Hartísimo lo que expresó Ospina (ingenuo él) pero lo que quiero mostrar es la incoherencia. ¿Bueno que Diego lo exprese pero malo que el Alcalde lo haga? La libertad de expresión debe ser para todos.

Que el funcionario público representa a todos los ciudadanos, es cierto, pero no deja de ser individuo al que no se le puede despojar de su creencia. Inocentes todos los que creemos que un cargo público te vuelve imparcial. ¿No molestó acaso que Duque se metiera a ‘opinar’ sobre el proceso de Uribe? ¿O que cuestionara a la Justicia? Ah, pero si hubiera hablado como cada quien esperaría, allí no habría problema.

En aras de la libertad de expresión ¿callamos a algunos?, ¿les permitimos a otros? Cuándo sí, cuándo no. No hay coherencia y en especial después del ‘admirado’ Trump, ¿quién detiene este tsunami de ‘hablo y digo lo que me de la gana’? Solo, cada quien en la medida de su ética hablará, callará o usará los términos adecuados para expresar sus ideas. No es asunto de ley. Es de ética, de responsabilidad personal saber, cómo y cuándo lo digo. Pero es obvio que entre callar y hablar, es más sano expresarlo. Así no nos guste.

Sigue en Twitter @revolturas

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