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¿De qué familia hablamos?

Nuestra cultura construye paradigmas y se aferra a ellos con obstinada terquedad....

17 de agosto de 2010 Por: Gloria H.

Nuestra cultura construye paradigmas y se aferra a ellos con obstinada terquedad. Le son vitales para subsistir. La religión, la familia, la pareja heterosexual, son algunos de los íconos que no permiten cuestionamientos. Pero una cosa es lo que se cree (idealmente) y otra es la realidad con que se vive. Me impacta sobremanera cómo hablamos de una familia ‘necesaria’ para que las personas crezcan con equilibrio y, sin embargo, para muchísimas personas resulta ‘tan fácil’ entregar un hijo o una hija a una abuela o un tío, un pariente para que los críe. Las historias de muchas personas educadas con familiares porque alguien se encariñó o no tenía hijos o “éramos muchos”, o “allá era mejor” son tan numerosas que contradicen los ideales. ¿Qué tanto se requieren un papá o una mamá biológicos para educar hijos sanos y equilibrados? Y vale la pena preguntárselo ahora cuando ‘aparecen’ historias de niños y niñas, hijos de padres asesinados por la guerrilla que son educados por los mismos asesinos de sus padres. ¿Qué va a pasar con ellos? ¿A quién pertenecen? ¿Desde ya están condenados al ostracismo emocional? O los casos de niños ‘mercancías’ que deambulan de casa en casa porque sus padres fallecen o porque estorban o porque se acomodan en un lugar ‘seguro’. Y en el otro extremo, los niños y niñas criados en familias ‘normales’ o estables, ¿tienen la garantía de su equilibrio emocional? ¿Es la familia tradicional requisito para la salud mental?El tema de la familia es uno de los más difíciles de cuantos existen porque para algunos atreverse a revisarlo es remover los cimientos de la sociedad. En definitiva, lo que un niño o una niña necesita es un vínculo, es decir, ‘vincularse’ con alguna persona a la que le signifiquen y le importen. La vincularidad va por encima de lazos de sangre o de acomodos temporales o de las necesidades de los adultos. ¿Quién me quiere?, ¿a quién le importo?, ¿con quién cuento? no depende de dónde haya nacido sino de con quién haya construido el lazo simbólico del afecto. Y no siempre son papá y mamá. Afortunadamente. O desafortunadamente, todo depende de cómo se mire.De allí que impacta la terquedad del Procurador oponiéndose a las uniones de parejas gay. Es mejor, para él, que la gente permanezca sola o que existan niños y niñas en la calle a que un hombre bueno o una mujer buena se unan a un conyuge bueno de su mismo sexo, se amen o eduquen con amor a niños y niñas. Otra forma diferente de construir familia. La resistencia a aceptar el cambio no logra que se construya el “ideal de familia” sino que estigmatiza a quienes no encajan allí. A nombre del valor familia se agrede a quienes no cumplen con los requisitos tradicionales. No es la tolerancia sino, la imposición agresiva de un criterio para descalificar a otros. Es la familia el arma con que se agrede. Cuántas personas reciben el ataque de la descalificación porque no tuvieron ‘la normalidad’ de la que se ufanan el Procurador y su combo. Para este grupo de personas, encabezados por Ordóñez (¿es Procurador de Colombia o de los católicos?) y la Iglesia “fuera de la cual no hay salvación”, la necesidad de barreras y prohibiciones, pareciera que sigue siendo indispensable para sostener y perpetuar la ‘maravillosa’ sociedad en que vivimos. A propósito, ¿qué familia los educó en ese grado de intolerancia? ¿Es su ‘modelo’ de familia intolerante la que queremos perpetuar?

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