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¿Cuál es su socavón?

Ya los mineros salieron de la mina, pero puede que usted todavía...

23 de noviembre de 2010 Por: Gloria H.

Ya los mineros salieron de la mina, pero puede que usted todavía continúe metido en la suya. Porque es innegable que cada quién tiene su propio socavón, cada quién construye su propio hueco donde se ¿refugia?, se ¿esconde?, se ¿protege?, se ¿aísla? cuando la vida golpea y no sabemos cómo enfrentar la dificultad. Puede que sean las circunstancias las que nos metan al hueco. En otros momentos somos nosotros los que libremente escogemos el socavón. ¿Por qué?Creo que el primer socavón donde todos estuvimos (¿estamos?) metidos es en el de las creencias. ¡Qué hueco tan impresionante! Nos educaron creyendo una serie de verdades y atreverse a ‘abandonarlas’ es bien complejo. Rescatar la mente de las creencias anquilosadas es una de las tareas más admirables de cuantas existen. Muchas de las verdades en las que nos educaron hoy son mentiras garrafales. Por ello, ubicarse en el presente entendiendo que la vida es un continuo cambio es la cápsula de salida a una nueva existencia. Vivir de acuerdo a los que creemos puede ser sinónimo de permanecer en el hueco o sinónimo de recibir el viento fresco de quien abandona el encierro. Cada quien decide…Al socavón no entra aire. En el socavón no hay luz. En el socavón se rumian las mismas ideas: hay abandono, desesperanza, soledad. En el socavón se pierde la fe, en el socavón cada quién maneja sus propios olores, su propia humedad. La piel en el socavón se vuelve áspera, se eriza al contacto, no resiste la cercanía. En el socavón, las distancias son infinitas aun cuando los metros no existan. El socavón es tan hostil que fácilmente puede llevarnos hasta la locura. Existen muchas clases de socavones, empezando por el vientre de la madre. La tumba es otro socavón, los refugios para ampararnos de las guerras, la selva, los internados, a veces las crisis, los retiros espirituales, una traición, cualquier circunstancia inesperada fácilmente nos ‘encierra’ y así usted esté en la mitad de un estadio, nadie puede asegurar que a la vez, en el mismo instante, no esté dentro de su propio socavón. ¿Bueno o malo el socavón? Depende: acunarnos en el socavón de la persona amada puede ser muy atractivo pero se corre el riesgo de la asfixia. ¿Y qué tal el socavón de la droga? ¿O el de la enfermedad mental, metido en mi propia historia, mi propia versión de los hechos que “nadie entiende”, lo que significa que nadie la acepta? Para los espirituales el socavón es sinónimo a “la noche oscura del alma”, paso casi que indispensable en el proceso del crecimiento interior.Usted puede ‘cuidar’ su socavón porque en algunos momentos es sanador encerrarse en él para evitar el acoso de la vida, de los otros, de las noticias, de las demandas afectivas o emocionales. Sólo a veces. Vivir en él, definitivamente es enfermedad. Lo significativo del ‘propio’ socavón es la maravilla de tener la libertad de entrar o salir cuando deseamos. A veces se requieren ‘rescatistas’ y es importante acudir a ellos. Pero una estadía en el socavón es necesaria para construir conciencia. Estos socavones nos ayudan a crecer, nos ayudan a relativizar circunstancias de la vida, dan otra dimensión a lo que nos rodea y necesariamente nos obligan a pensar en lo trascendente, empezando por la más elemental, vital y básica pregunta: ¿Quién soy? La estadía en el socavón, cualquiera que sea, ayuda en la búsqueda de la respuesta aun cuando la paradoja de la existencia es nunca encontrarle solución.

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