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¿Y si no es Santos?

Aunque no me considero santista y preferiría para Presidente de Colombia a...

21 de octubre de 2013 Por: Germán Patiño

Aunque no me considero santista y preferiría para Presidente de Colombia a alguien que se parezca al presidente uruguayo Mujica, o a un Rafael Correa menos dogmático, tampoco veo ese tipo de posibilidad en el futuro inmediato.Por eso mismo prefiero la reelección de Juan Manuel Santos. No voté por él y no creo que haya tenido muchos aciertos. Pero tuvo uno fundamental, que merece todo el apoyo: inició el desmonte del poder hacendatario en Colombia al deshacer la muy reaccionaria trama uribista. Y digo que es fundamental pues hay un axioma enseñado por la historia: sin eliminar el influjo del poder hacendatario en el Estado no podrá construirse una sociedad verdaderamente democrática y respetuosa de los derechos humanos.Santos representa una corriente burguesa que se inclina por las formalidades republicanas y el respeto a la Ley, mientras Uribe es el hombre del “todo vale”. Con el primero podemos mejorar, con el segundo terminaremos convertidos en siervos de las multinacionales, que es lo que se proponía. Por fortuna Santos paró aquello y esto le ha traído la inquina y furia enfermiza del expresidente, a quien no le irá muy bien con su lista feudal, en la que todos y todas estarán sometidas a la férula del capataz (léase José Obdulio Gaviria).Esa lucha contra la corriente más reaccionaria del establecimiento no ha concluido, y las próximas elecciones son una etapa más de ese proceso. Y no hay muchos a quien acudir fuera del Presidente de la República: El Polo es una alianza sectaria del partido Comunista y el Moir, que no vacilaron en defender, hasta última hora, al gobierno corrupto de los hermanos Moreno. El Partido Liberal parece entregado al samperismo, que lleva consigo el estigma de haber elegido un Presidente con recursos del narcotráfico. Y el Partido Conservador no existe.No menciono a Los Verdes, que son responsables de una de las mayores decepciones de la política colombiana en los últimos años y cuya alianza con los Progresistas está cimentada tan solo en cálculos electorales. Estos últimos están dilapidando el enorme capital político que significó elegir al alcalde la capital. Se han casado con los comportamientos erráticos de Petro, olvidándose de toda su capacidad crítica y autocrítica.En fin, el panorama es bastante gris, y tan sólo por los lados de Juan Manuel Santos parece existir al menos la claridad de un rumbo.Es cierto que ese rumbo ha sido entorpecido por el uribismo y también por el tipo de gabinete con el que cuenta. Sus ministros son bastante mejores que la panda uribista compuesta por chalanes, publicistas y vendedores de específico, pero son demasiado ‘in’, demasiado de los Andes, Javeriana o Rosario. Parece que Santos, al nombrarlos, no tuvo en cuenta la lección de Peter Drucker: “El problema de los egresados tipo Harvard es que no les enseñaron cómo se hacen las cosas”. O la de Akio Morita: “para que todo funcione, necesito gerentes con mugre en las uñas”.Y también hay lamentables errores como la reforma de la justicia, la desatención de la educación pública y la ausencia de solución al tema pensional. Pero se ha acertado al desbaratar la influencia uribista en el Estado, y creo que con eso basta.Al menos, a mi me basta.