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Una cosa es que no se puedan hoy ignorar las llamadas redes...

24 de noviembre de 2010 Por: Germán Patiño

Una cosa es que no se puedan hoy ignorar las llamadas redes sociales y otra salir a decir que los tres países más grandes del mundo son China, India y Facebook, como afirmó esta semana un recién nombrado directivo publicitario. Creer que los 500 millones de usuarios de la más popular aplicación cibernética del momento son comparables a un país le da un giro político a un tema simplemente mediático.El entusiasmo desmesurado por los fenómenos de la red mundial ha llevado a ésta y otras exageraciones parecidas, como la de creer que Facebook es la vida real y que allí se trasladaron las relaciones personales, los hechos, las voces interiores, los peligros y hasta los negocios, como dice Ricardo Silva en la revista Arcadia.Sin embargo, en ese mundo real donde se supone que ya no vivimos, la supervivencia de Facebook podría estar en peligro: pese a sus millones de usuarios, la empresa no gana dinero, su facturación es mínima, su valor de mercado es pura especulación. Los 32 mil millones de dólares del precio de bolsa son la cifra que los corredores de valores suponen que va a ganar en el futuro.Facebook, Twitter y las demás redes sociales viven el cuarto de hora que en su momento tuvieron la televisión, la radio y otras tecnologías que pusieron a soñar a los entusiastas con la hermandad pacífica de la humanidad. Para algunos, hay que reescribir la historia de los pueblos y prepararnos para nuevas relaciones entre la autoridad política y la voluntad popular.Se citan ejemplos como la protesta masiva de los españoles después de las bombas del 2004 en Madrid, que se tejió con mensajes de texto desde los teléfonos celulares; la marcha del ‘No más’ contra las Farc, que se organizó desde Facebook; o la ‘revolución’ anticomunista del año pasado en Moldavia, que se fraguó por Twitter.Estas ‘multitudes instantáneas’, sin embargo, suelen suceder una sola vez y no pasar de allí. ¿Qué fue del millón de voces contra las Farc del año 2008, grupo al que le quedan todavía 412.125 miembros? ¿Se extinguió el poder de movilización de los mensajes de texto en Madrid o en el resto del mundo? ¿Qué capacidad de motivación tienen los ‘trinos’ de 140 caracteres que reciben miles de seguidores de algunos personajes famosos?La explicación de un investigador de estos temas, Malcolm Gladwell, es reveladora: el activismo político asociado a las redes sociales no es tal. Las plataformas de relaciones sociales están construidas en torno a lazos informales. Twitter es una forma de seguir a (o de ser seguido por) gente que uno nunca ha visto. Facebook es una herramienta para administrar a los conocidos, para mantenerse al día con gente con la que de otra manera uno no estaría en contacto.Asignarles un posible poder político no es más que pensar con el deseo, como hacen algunos.