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Siendo tan grandes las diferencias entre el Presidente de Colombia y la...

5 de enero de 2011 Por: Germán Patiño

Siendo tan grandes las diferencias entre el Presidente de Colombia y la nueva Presidenta de Brasil, ella ex guerrillera izquierdista y él hijo de la clase dirigente que ha ocupado el poder por varias generaciones, llaman la atención algunas coincidencias de su biografía reciente y de sus discursos de posesión.Ambos heredaron el gobierno de presidentes altamente populares, reelegidos y los dos fueron ministros importantes. Por eso, Dilma mencionó en su discurso inaugural a Lula (“un presidente que cambió la forma de gobernar y llevó al pueblo brasileño a confiar aún más en sí mismo y en el futuro de su país”) y Juan Manuel a Uribe (“un hombre que brillará en la historia patria como aquel que devolvió a los colombianos la esperanza en el mañana y la posibilidad de recorrer sin miedo nuestro hermoso país”, “un colombiano genial e irrepetible”). Los dos llegaron, según dijeron, a continuar, profundizar y consolidar la obra de sus antecesores.También coincidieron al incluir en su agenda varios temas, como la preservación del medio ambiente. Brasil quiere crecer aceleradamente sin destruir los recursos naturales y Colombia creará un Ministerio que se ocupe del tema y una Agencia Nacional de Agua. Otro punto común es el combate contra la pobreza: “La lucha más obstinada de mi gobierno será para la erradicación de la pobreza extrema y la creación de oportunidades para todos” (Dilma); “Todos nuestros esfuerzos, todos nuestros desvelos, hasta el último minuto de cada día, irán destinados a combatir la pobreza y el desempleo, ¡que no tienen por qué ser condiciones eternas para los colombianos!” (Juan Manuel, énfasis en el original).Ambos invocaron a las minorías, a las regiones de sus respectivos países, a la necesidad de combatir la violencia y el narcotráfico, a la importancia de borrar de la administración pública la corrupción que tantos males produce. Pero, naturalmente, también hay diferencias entre ambos discursos, la más notable, tal vez, en el manejo de la política exterior: como era de esperarse, “Brasil reitera, con vehemencia y firmeza, la decisión de asociar su desarrollo económico, social y político al de nuestro continente”, mientras Colombia espera “restablecer la confianza y privilegiar la diplomacia y la prudencia”.La oratoria presidencial de los discursos de posesión apela siempre a lugares comunes (patria, progreso, educación, salud) y a fórmulas reconocidas de mencionar cuidadosamente a todos los sectores sociales (empresarios, indígenas, jóvenes, campesinos). Combina lo sentimental con lo económico, promete reformas políticas y caminos de prosperidad y superación de los errores pasados. Son como saludos de Navidad y Año nuevo.Las alocuciones inaugurales de Juan Manuel Santos y Dilma Rousseff coinciden en puntos que van más allá de los 7 millones de kilómetros cuadrados de diferencia en superficie territorial y los 140 millones de habitantes de más que tiene Brasil respecto a Colombia.De su propia cosecha, Dilma declaró que no gobernará tan sólo con el coraje propio de una mujer, sino también con cariño, y Juan Manuel decidió rendirle reconocimiento a los mamos de los pueblos Kogi, Arhuaco, Wiwa y Kankuamo, herederos de la cultura Tayrona, en el templo ceremonial de Siyua, de la Sierra Nevada de Santa Marta. Ya habrá tiempo de juzgar si sus buenas intenciones son reales o mera estrategia publicitaria.