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'Una tragedia anunciada'

Hace quince días, en esta misma columna, hacía un llamado a la urgente necesidad de buscar un equilibrio entre lo que llamamos progreso o desarrollo del ser humano y el ecosistema.

19 de abril de 2017 Por: Gerardo Quintero

Hace quince días, en esta misma columna, hacía un llamado a la urgente necesidad de buscar un equilibrio entre lo que llamamos progreso o desarrollo del ser humano y el ecosistema. La tragedia de Mocoa fue un duro aterrizaje para demostrar cómo este país ha estado de espaldas a su entorno y su gente se ha dedicado a explotar y acabar con los recursos naturales.

Ayer, una nueva calamidad se encarga de decirnos que las administraciones no están preparadas ni les interesa ejecutar verdaderas acciones de prevención que eviten tragedias como la ocurrida ahora en Manizales. Catorce muertos, 22 desaparecidos, 23 heridos y 70 casas colapsadas es el balance de esta nueva calamidad.

¿Si alguien ve las imágenes puede intuir que en la verticalidad de esas lomas no se debió construir ninguna casa? ¿Las sucesivas administraciones municipales sabían que ese sitio era de alto riesgo? ¿La gente que llegó a esa zona nunca se le ocurrió que eso se podría venir abajo? Yo creo que todas esas preguntas se responden con un sí.

La mayoría de las calamidades ambientales que suceden en Colombia suelen titularse en los medios de comunicación como ‘Una tragedia anunciada’. Estoy seguro que esta no será la excepción.

Como tampoco lo será el día que se reviente el jarillón del río Cauca, porque así miles no lo crean, es una posibilidad real, que ojalá nunca ocurra, pero que sí puede pasar. En Mocoa tampoco creían que esa quebradita que pasaba al lado de las casas se iba a convertir en un río de barro que iba a destruir con todo a su paso.

Me pregunto qué acciones urgentes, por estos días, ha tomado la administración caleña para evacuar ese jarillón. Los expertos dicen que las lluvias arreciarán hasta junio. Y casi todas las grandes emergencias suceden en la noche o en la madrugada cuando los organismos de emergencia están menos preparados y la comunidad tiene la guardia abajo.

Entonces, ¿podemos dormir tranquilos sabiendo que si se rompe el jarillón se inundarán 79 barrios en diez comunas? ¿Nos podremos acostar plácidamente sabiendo que 700.000 personas podrían vivir una calamidad directa? ¿No debemos tener ningún temor de que si el río Cauca sobrepasa el dique el 80% de la ciudad se quedará sin agua porque la Planta de Puerto Mallarino quedará destruida?

Hoy la ciudad sigue creciendo desordenadamente, continúan las construcciones en ladera y basta mirar hacia los cerros para ver esa otra ciudad que hierve en esas montañas. Pero también al sur, al lado del río Pance, aprueban proyectos millonarios, que además de deteriorar el río, invaden su espacio y luego nos lamentamos de las tragedias. Y no solo allí también las construcciones van en aumento sobre las riberas de los ríos Meléndez, Lili y Cali.

Definitivamente sí, es cierto, el ser humano no tiene límites… Ni para su estupidez ni para su capacidad depredadora.

Sigue en Twitter @Gerardoquinte

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