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Regreso al pasado

Esto que hemos padecido con los comicios regionales es apenas el inicio de lo que se viene. La polarización, los insultos en redes sociales y la violencia verbal advierten un escenario cada vez más oscuro.

16 de octubre de 2019 Por: Vicky Perea García

Dos alcaldías, en especial, se han convertido en punto de honor de dos movimientos políticos que luchan a brazo partido por conquistar el poder en Colombia. Cali y Bogotá son dos apuestas tanto para el uribismo como el petrismo.

En ambas ciudades se vive un clima de pugnacidad como no se había registrado antes. En ese áspero entorno político, las redes sociales han jugado un papel crucial que ha cambiado para siempre el ejercicio de hacer campañas y los debates con ideas. Desde esos espacios, la cloaca ha tenido su máxima inspiración desde las bodegas de cada tendencia, donde lo importante son los insultos y no las propuestas.

Por cuenta de esa batalla que sostienen los seguidores de ambas corrientes se han perdido amigos, se han enfrentado familiares, se han dividido artistas y deportistas y hasta algunos comunicadores perdieron el rumbo y se dejaron contagiar por el brutal agite de las masas que cada vez clama por más saña y sangre. Hoy el país hierve en una caldera a punto de explotar, como si nos hubiéramos devuelto a la terrible década de los años 40 cuando los vecinos se mataban azuzados por los líderes de los hoy desteñidos trapos rojos y azules. Como si la historia se repitiera en una espantosa tragicomedia, los engendros políticos que azuzan desde sus sinuosos senderos siguen conduciendo la masa hacia el precipicio, sin que ella advierta las oscuras intenciones.

Bogotá y Cali son sólo un abrebocas o una pequeña sala experimental de la gran batalla pugnaz que se avecina con las próximas elecciones presidenciales. En la capital de la República, la patria boba es tal que hasta los que se dicen alternativos están enfrentados. Mientras tanto, el Centro Democrático optó por dejar sin respaldo a la hija de Angelino Garzón para irse con Miguel Uribe Turbay, delfín del controvertido presidente y quien llega a reclamar su herencia. Lo curioso es que a ninguno de los dos parece que les alcanzará, a pesar de todas las apuestas que hicieron en ese sentido.

En Cali, la lucha es más marcada. Uribe respalda a Ortiz y Petro se la jugó con Ospina. Y ambos lideran las encuestas, por lo que este duelo se ha transformado en escenario de confrontación ideológica donde no se ha guardado ninguna carta. Todas las estrategias han sido blandidas en esta guerra electoral. Aquí la alcaldía se convirtió en un botín y poco importan los caleños y lo que se va a administrar.

Esto que hemos padecido con los comicios regionales es apenas el inicio de lo que se viene. La polarización, los insultos en redes sociales y la violencia verbal advierten un escenario cada vez más oscuro. Si de verdad no hay una reflexión, una pausa que permita bajar los belicosos ánimos vamos a tener una jornada que lamentaremos. No hemos aprendido nada. Pareciera que estuviéramos condenados a repetir los ciclos de violencia que tantos muertos nos han costado. Bienvenidos al pasado.

Sigue en Twitter @Gerardoquinte

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