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Liberación que nos condena

La decisión de la Jurisdicción Especial de Paz, JEP, de no extraditar a Seuxis Paucias Hernández, más conocido como Jesús Santrich, ha desatado un tierrero de enormes proporciones.

15 de mayo de 2019 Por: Gerardo Quintero

La decisión de la Jurisdicción Especial de Paz, JEP, de no extraditar a Seuxis Paucias Hernández, más conocido como Jesús Santrich, ha desatado un tierrero de enormes proporciones. La renuncia del fiscal Néstor Humberto Martínez, quien estaba obligado a dejar en libertad al exjefe guerrillero, demuestra que el choque institucional tomará ribetes que pueden hacer estallar, incluso, el Estado de Derecho.

Hay que recordar que Estados Unidos solicitó al excomandante guerrillero porque conspiró para enviar diez toneladas de cocaína a ese país después de que entró en vigencia el acuerdo de paz. La JEP sostiene que nunca obtuvo las pruebas para poder demostrar esa conducta ni establecer la fecha de su realización, a pesar de que las solicitó insistentemente. Sin embargo, para gran parte del país ‘Santrich’ simplemente dejó un pie en el negocio del narcotráfico y las pruebas presentadas por la Fiscalía eran suficientes para demostrar que hacía parte de una red conocida como La Familia, que tenía contactos con los carteles mexicanos para enviar droga a Estados Unidos. A lo anterior se suma que se trata de uno de los jefes de las Farc más odiados por la arrogancia en sus declaraciones y por aquel bochornoso “quizás, quizás, quizás” con el cual respondió cuando le preguntaron si la guerrilla pediría perdón a las víctimas del conflicto.

Esto desatará un nuevo escenario de confrontación, aún más sangriento que el de ahora, porque además del choque entre quienes respaldan esta jurisdicción y los integrantes del Centro Democrático que no la reconocen, han ocurrido hechos que oscurecen el proceso. La presión ejercida por el gobierno de EE.UU. a congresistas y magistrados por cuenta de las objeciones a la JEP, el retiro de visas, las declaraciones del Canciller y la dura respuesta del expresidente Gaviria demuestran que en Colombia los peores escenarios siempre están por venir.

Nada de lo que decidiera la JEP iba a ser bien visto por uno u otro de los bandos en conflicto. Pero este escenario va a enrarecer aún más las relaciones con Estados Unidos. No hay duda de que ese gobierno, con el incontenible Trump a la cabeza, enfocará sus baterías a presionar a magistrados, congresistas y al gobierno. La libertad y no extradición de ‘Santrich’ han desatado una tormenta política. Al Imperio no se le dice que no, menos un país que ha sido ‘obsecuente y dependiente de los recursos que provengan del Norte. Las ayudas, el comercio y los convenios van a padecer un profundo remezón por esta decisión. Si a ello se suma que es posible que las altas cortes rechacen el uso de glifosato en zonas sembradas de coca, el camino a la descertificación está servido.

Lo que se viene es un oscuro panorama. La JEP no solo propinó un duro golpe a la confianza entre ambos países sino que también cavó su propia tumba, por cuenta de una determinación que acabará por sepultar su debilitada credibilidad.

Sigue en Twitter @Gerardoquinte

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