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Las marcas de la mentira

Me temo que esta guerra por las noticias falsas o posverdad se perdió hace tiempo, solo que ahora hacen debates y se ‘descubrió’ que la gente miente, especialmente los políticos, para alimentar el miedo y conseguir el poder.

1 de noviembre de 2017 Por: Gerardo Quintero

En momentos en que el debate por las noticias falsas no termina, Colombia se apresta a vivir un nuevo proceso de elecciones que sin duda es uno de los mejores escenarios para impulsar este fenómeno que se extiende por el mundo como gran epidemia informativa.
Pero la verdad (aunque ya todo es tan relativo) es que el término ni siquiera debería existir en sí mismo porque es un contrasentido hablar de noticias falsas, pero así se ha extendido por el mundo. En un reciente diálogo que sostuve con el médico y escritor Víctor De Currea-Lugo, este lo simplifica y advierte que lo que hoy se conoce también como posverdad, es una mentira como nos lo enseñaron los abuelos. Pero con la irrupción de las redes sociales, la mentira se convirtió en tesis doctoral, hay análisis profundos y lo que antes era una llana falsedad, hoy es necesario debatirla y escribir columnas sobre ellas.
Recuerdo una frase de Tomas Jefferson, padre fundador de Estados Unidos, quien en 1807 dijo que “el hombre que nunca lee un periódico está mejor informado que uno que los lee, puesto que el que no sabe nada está más cerca de la verdad que aquel cuya mente está llena de falsedades y errores”. Es hora de parafrasear a Jefferson y aplicar su frase a las redes sociales que nos inundan con tanta basura para confundir o generar caos.
Hay políticos que han entendido bien cómo funciona esta estrategia que ha servido para ganar elecciones, plebiscitos o referendos. Pero tampoco es algo nuevo. Recuerdo cómo en Cali no permitieron que un hombre decente, estudioso, que tenía claro el rumbo de la ciudad, fuera alcalde, utilizando una estrategia de falsedades y bajezas, no en las redes sino en la radio, aliada de seudoperiodistas y politiqueros de alcantarilla de la época. Ya el país había tenido su dosis en los años 40, en un periodo político descrito como ‘enrarecido’, cuando un patriarca de esos de ayer, pero también vigentes hoy, hizo de la frase ‘calumniad, calumniad que de la calumnia algo queda’, su caballito de batalla.
El periodismo estadounidense ha dejado piezas y autores magistrales, pero también ha sido baluarte de las ‘fake news’. Basta recordar que en 1895 The New York Sun sorprendió a sus lectores con el anuncio de un especial de locura, que sería distribuido en seis entregas: ‘Los grandes descubrimientos astronómicos realizados últimamente’. Tan emocionante reportaje revelaba el descubrimiento de vida en la luna. O qué decir de cómo los dos emblemas del periodismo moderno, William Randolph Heartz y Joseph Pulitzer, convirtieron su batalla por lectores a finales del Siglo XIX, en una guerra real en Cuba, inventando batallas que no sucedieron y generando el clima para la intervención del naciente imperio ante la decadente armada española.
Me temo que esta guerra por las noticias falsas o posverdad se perdió hace tiempo, solo que ahora hacen debates y se ‘descubrió’ que la gente miente, especialmente los políticos, para alimentar el miedo y conseguir el poder. ¿O estaré falseando la realidad?

Sigue en Twitter @Gerardoquinte

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