El pais
SUSCRÍBETE

La puerta del miedo

Ha sido notoria la actitud desesperada con la que ha reaccionó el exvicepresidente Germán Vargas Lleras para recuperar la audiencia que hasta hace poco lo situaba en los primeros lugares de las encuestas.

18 de octubre de 2017 Por: Gerardo Quintero

Ha sido notoria la actitud desesperada con la que ha reaccionó el exvicepresidente Germán Vargas Lleras para recuperar la audiencia que hasta hace poco lo situaba en los primeros lugares de las encuestas. Y digo que se percibe desesperada porque se nota su necesidad de recobrar a toda costa el terreno perdido en medio de ese silencio que creía le podía durar toda la campaña. Es evidente, calculó mal y le ha tocado salir a apagar un incendio que amenaza con llevar al traste su camino hacia la presidencia y que de seguro él creía que ya estaba ganado.

Una cosa quedó clara después de su sorpresiva aparición en Caracol y que seguramente será el eje de toda su estrategia: Vargas Lleras necesita urgentemente reorientar la campaña para que la indignación por la corrupción rampante deje de ser el factor crucial del debate. No es un terreno en el que se sienta muy cómodo y por eso ha tratado inútilmente de separarse de su partido Cambio Radical, quizás uno de los movimientos políticos con más líos en la Justicia. No es gratuito, entonces, que su hombre fuerte quiera desmontar el descontento de los colombianos sobre los hechos de corrupción y regresar el debate al escenario donde él y también los líderes del uribismo se sienten en la posición más cómoda, es decir, hablar de las Farc.

Ese es el tinglado preferido y que permitió ocultar por tantos años el robo del erario, las trampas en las licitaciones, el clientelismo, los candidatos a dedo, los desfalcos a la salud, los magistrados corruptos, los concejales ladrones, etc. Al desaparecer del escenario el conflicto con las Farc, muchos colombianos por fin pudieron ver que había un entramado purulento que estaba carcomiendo los cimientos del Estado. Entonces lo que sucedió después fue que algunos candidatos que representaban otra línea (y no me refiero a una ideológica) por fuera de la política tradicional comenzaron a ascender en las encuestas.

Desde esa perspectiva, los dos movimientos anteriormente señalados cedieron posiciones en las últimas encuestas y esto obligó a que ambos enfilaran sus baterías nuevamente contra el enemigo común histórico, quién más sino las Farc. Sin embargo, se encontraron con un teatro al que le hacían falta las armas de los guerrilleros, los atentados y los secuestros, por lo que tuvieron que redireccionar el discurso para socavar los acuerdos, desprestigiar a los opositores, repetir los argumentos del castrochavismo y asustar -sobre todo eso- asustar a todos, porque el temor es el mejor aliado de los políticos de extrema, de eso se nutren, del miedo.

Se trata de un modelo inventado, que definió claramente en el pasado Hermann Goering, uno de los estrategas de la Alemania nazi: “Por supuesto, la gente no quiere guerras (…) Pero después todo, son los líderes del país los que determinan la política, y todo se limita a una simple cuestión de arrastrar a la gente adonde quieres, tanto si se trata de una democracia como de una dictadura fascista, un parlamento o una dictadura comunista (…) con voz o sin voz, las personas siempre pueden ser llevadas adonde se quiera por parte de los líderes. Es fácil, todo lo que tienes que hacer es decirles que están en peligro. Funciona de la misma forma en cualquier país”.

Las cartas están echadas, lo que se viene será una de las campañas más torvas de la Historia.

Sigue en Twitter @Gerardoquinte

AHORA EN Gerardo Quintero