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La podredumbre de la política

La decisión de la Registraduría de no certificar la inscripción por firmas...

10 de febrero de 2017 Por: Gerardo Quintero

La decisión de la Registraduría de no certificar la inscripción por firmas de los candidatos a la alcaldía de Cali, Rodrigo Guerrero y Susana Correa, abrió un boquete en la confianza del proceso electoral que se adelantará en la ciudad y deja varios interrogantes que es necesario despejar, cuanto antes.En primer lugar, ¿por qué la Registraduría se demoró tanto tiempo en resolver la validez de las firmas, si apenas se tomaba una muestra de las mismas para el análisis?¿Por qué desde un principio no se denunció que funcionarios de la Registraduría estaban exigiendo dos mil millones de pesos para asegurar la elección como Alcalde de Cali?¿Es cierto que detrás de esta decisión de la Registraduría hay familiares de algunos candidatos a la Alcaldía que hasta habrían pagado una alta suma de dinero para corromper el sistema y promover esta decisión?¿Qué tan real es la versión de que un ex senador de la República es quien estaría detrás de esta estrategia, con el fin de favorecer los intereses de uno de los aspirantes al primer cargo del Municipio?¿Es tan corrupta la política en esta ciudad que para frenar las aspiraciones de un candidato se apela a cualquier estrategia para sacarlo del ring?Mientras los caleños esperamos que algún día nos resuelvan estos interrogantes, lo que queda en evidencia es que la podredumbre de la política en esta ciudad no tiene fin. Y no es solamente porque Rodrigo Guerrero y Susana Correa queden, eventualmente, apeados del camino. Basta con cruzar algunas palabras en los pasillos del CAM, del Concejo, de la Asamblea, dar una vuelta por la Plazoleta de San Francisco o recorrer el Paseo Bolívar para sentir que en Cali la política es asquerosa. La forma como se desarrollan las estrategias electorales en la ciudad es de una bajeza que raya con la indignidad y la grosería.Después de una campaña anodina, los dos últimos meses han sido de una ‘guerra sucia’ a través de la web, el blackberry, panfletos, volantes ensuciando a uno y otro candidato. Y, en esto, como no, se han prestado decenas de medios de comunicación. Y es en la radio caleña y en algunos periódicos donde esta estrategia de desprestigio, de denigrar del rival, de ‘encochinarlo’ hasta el cansancio cumple su mejor interpretación a cargo de los mercaderes del periodismo de turno.Hay mucho dinero de por medio en la Administración caleña, muchos contratos por ejecutar, demasiado recursos por entregar, cientos de amigos por ayudar. La política en Cali es sucia, cochina, no creo en ella. Hay una alianza corrupta que se alimenta en un círculo infernal en el que participan las bases que reciben el mercado o el bulto de cemento, los politiqueros (que son mayoría en la ciudad) que entregan las dádivas, los periodistas que se arremolinan como moscas en cloacas pidiendo dinero para apoyar o despotricar al mejor postor y el resto de una sociedad que respira la mortecina, pero no hace nada para retirarla.El poder corruptor es muy grande. No hay confianza en nada ni en nadie. La confusión es absoluta en la ciudad. Es difícil responder cuando las personas se acercan y preguntan por quién votar. Al final no basta con saber quién es el candidato, sino quiénes están detrás de él, cuál es su padrino, quién es su jefe de debate, quiénes lo apoyan económicamente, qué políticos lo respaldan. Hoy, el ambiente que se respira es de desconfianza y es peor en la medida en que se acerca el día de las elecciones. Se apela al golpe certero, al burdo montaje, a la leguleyada. Cali está en una hora gris y no se ve por dónde se pueda recuperar la dignidad y la credibilidad en el proceso electoral.

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