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La guerra del fútbol

En Bogotá, la Alcaldía decreta Ley Seca. En Cali, impiden el ingreso...

27 de junio de 2013 Por: Gerardo Quintero

En Bogotá, la Alcaldía decreta Ley Seca. En Cali, impiden el ingreso libre de ciudadanos a un espacio público. En Medellín y Manizales, la Policía establece un cordón de seguridad de tres cuadras a la redonda para evitar el paso de automóviles y ciudadanos. Estas medidas no tienen nada que ver con la llegada de una delegación presidencial de alto riesgo o la detección de un artefacto explosivo. Estas medidas son tomadas por un simple partido de fútbol en Colombia.Gracias a la bandas bravas (perdón la confusión) a las barras bravas, asistir a un estadio se ha convertido en un infierno, es casi peor que visitar una cárcel de extrema peligrosidad. En Cali, el sábado pasado mataron a un hincha de millonarios y el martes un joven de 16 años murió en Tunja, agredido por hinchas de Patriotas, rival de patio del Chicó.El sufrimiento que padecen los habitantes de los barrios San Fernando, El Cedro, El Templete cuando hay un partido de fútbol en el Pascual Guerrero es único: bloqueados por la Policía, atemorizados por los delincuentes que fungen de hinchas, asediados por la venta y consumo de alucinógenos. Incluso, no es necesario ser aficionado al fútbol para padecer el terror que estos delincuentes ejercen sobre la ciudadanía. Pasar por la Avenida Roosevelt, la Calle 9 o la Calle 5 es someterse a que una horda llegue a exigirte dinero para ‘supuestamente’ entrar al estadio, cuando todos sabemos cómo ese dinero se volverá humo.Eso sin contar los destrozos cometidos a las estaciones del MÍO o a los propios buses del sistema de transporte cuando estos barra bravas la emprenden contra la ciudad cuando su equipo es derrotado. Qué grande les ha quedado este problema a las autoridades locales y a la dirigencia del fútbol, que parece alimentar estas acciones con su nulo esfuerzo por ejercer controles verdaderos.Es hora de tomar medidas drásticas pues la violencia en los estadios y sus alrededores no puede continuar siendo un ‘juego’ en el que las directivas del fútbol evaden su responsabilidad y se la trasladan a la Policía, esta a su vez dice que los hinchas son los responsables y estos devuelven la pelota al comienzo, sin que nadie haga nada. Un deporte de masas, el cual disfrutaba hace unos años la familia en el estadio, no puede ser tomado por un grupo de delincuentes que transformó un juego en una guerra.

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