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Fuera de control

Uno de los grandes retos del nuevo gobierno será enfrentar el fenómeno del narcotráfico. Es indudable que las políticas asumidas por la administración Santos para el control de la siembra de matas de coca no surtió el efecto deseado.

27 de junio de 2018 Por: Gerardo Quintero

Uno de los grandes retos del nuevo gobierno será enfrentar el fenómeno del narcotráfico. Es indudable que las políticas asumidas por la administración Santos para el control de la siembra de matas de coca no surtió el efecto deseado. Hoy, las 300.000 hectáreas sembradas que podría haber en el país son lapidarias y no tienen respuesta lógica del actual gobierno.

Es claro que esta situación fue aprovechada por las Farc que en medio de las negociaciones incentivaron a muchos campesinos para que sembraran coca, ante la posibilidad de obtener unos recursos por restitución y tal vez una oportunidad de mejorar su situación de vida. Pero todo se descontroló y hoy el país enfrenta una situación gravosa, sin antecedentes.

El problema finalmente es qué hacer. Prometen el presidente Duque y todo su combo mano dura. La misma receta de siempre. Castigo a los campesinos. Arrasar con sus cultivos de coca con la aspersión, pero también con los de plátano, café, cacao, etc. Es la misma fórmula que se ha impuesto en Colombia por la presión de Estados Unidos en los últimos 40 años.

Sin duda es necesario enfrentar con mayor entereza este fenómeno. Y seguramente el regreso del glifosato será una gran alegría para Estados Unidos, pero esa no es la única solución que esperan esos campesinos de Nariño, Cauca, Putumayo, El Catatumbo. Ya es hora de ir un poco más allá y entender que con glifosato y arrancando matas de coca no se soluciona un problema que es gigante y al que Colombia no le ha podido dar la vuelta. Si no se construyen las carreteras adecuadas, si la conectividad de este bendito país no mejora, si no se subsidian algunos productos agrícolas, si no se hace acompañamiento real a los pequeños agricultores, si no les titularizan sus tierras cómo se espera que esos mismos campesinos, que viven en la miseria, se dediquen a cultivar otra cosa que no les genera la misma rentabilidad.

Hace poco hablé con uno de ellos, que tiene una pequeña siembra de coca en zona rural de Tumaco. Pero esa siembra les era más rentable que el cacao o el plátano, que muchas veces se les dañaba porque no tienen carreteras adecuadas para salir del territorio. En cambio, el modelo del narco es perfecto. Le recogen la siembra, le pagan directamente y le regalan semillas más resistentes.

El fenómeno es extremadamente grave. El narcotráfico es la peor plaga del país, que ha afectado desde lo cultural, político, hasta la manera de relacionarse. No hay duda de que el gran combustible de la violencia está allí. La activa presencia de narcos de México, Ecuador y los locales demuestra el millonario negocio de muerte al que se enfrenta Colombia.
Bandas criminales en las zonas rurales, barrios tomados por matones del microtráfico, nuevos grupos armados que están floreciendo sin control… No será fácil esta batalla, pero habrá que darla. Sin embargo, no olviden que en esta cadena las víctimas son los campesinos.

Sigue en Twitter @Gerardoquinte

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