El pais
SUSCRÍBETE

El talante de Duque

Hay un principio elemental, pero cierto. Mientras el análisis político aguanta todo, las matemáticas son concretas: a Duque le falta un millón de votos para ganar y a Petro cuatro millones mal contados.

30 de mayo de 2018 Por: Gerardo Quintero

Hay un principio elemental, pero cierto. Mientras el análisis político aguanta todo, las matemáticas son concretas: a Duque le falta un millón de votos para ganar y a Petro cuatro millones mal contados. Una votación asombrosa y masiva que no se consigue en quince días. Es más, me atrevo a decir que al candidato del Centro Democrático solo le bastará sostener los más de siete millones de votos que logró para ganar porque Petro no va a subir, ni siquiera, más de un diez por ciento su votación actual. Aunque ha hecho una campaña destacada, Petro es un candidato que polariza demasiado, mucha gente de centro le tiene terror y preferirá no votar ese día o hacerlo en blanco. Colombia es un país ideológicamente inclinado hacia la derecha y los ciudadanos no son dados a experimentar, por lo menos en presidencia.

Entonces, en ese orden de ideas lo mejor es irse preparando para el gobierno de Duque y leer su discurso en clave. Duque me ha sorprendido. Ha sido un hombre inteligente en campaña. Primero, logró convencer a los ‘halcones’ del Uribismo que era el candidato apropiado y que no sería la versión joven del odiado Santos. Pero, ahora, cuando ganó la primera vuelta, el discurso de Duque ya no fue de un candidato en campaña, fue el de un hombre que ya estaba dirigiendo los destinos del país. Y resalto dos aspectos de su interesante discurso para entender cómo Duque se ha movido al centro: primero anunció que no iba a hacer trizas el acuerdo de paz (con todo lo que eso significa) y, segundo, que no gobernará con espejo retrovisor. Esas palabras debieron caer como una pedrada en el alma de algunos integrantes del CD, cargados de odio, como Ordóñez, Vivian, Macías, Londoño, Paloma Valencia, Guerra y Cabal. Ha sido muy hábil Duque en esconderlos, no los muestra en tarima, no son los que conducen la campaña y han tenido una presencia marginal en este proceso. La pregunta sería si esta decisión ha contado con el aval del expresidente Uribe. Estoy seguro que sí, en este partido no se mueve una hoja sin su consentimiento. Lo que sucede es que Uribe es un animal político, conocedor de la minucia electoral y como todo un estratega está siguiendo una estrategia fijada para volver al poder. Él entiende que su presencia y de algunos de sus alfiles polariza, por lo tanto es mejor mostrar la mejor cara del Partido, que es justamente Duque. Por eso, desde la misma escogencia que hizo de Duque, un hombre sin ninguna mancha, joven, con buena pinta, inteligente, pero inexperto, más de centro que de la derecha radical, el expresidente Uribe, una vez más, demostró que es el político más sagaz que ha dado este país en los últimos cien años.

Duque es consciente que llega a un país fracturado. Y hubiera podido hacer un discurso revanchista, ‘cargado de tigre’, listo para la revancha esperada por muchos de sus copartidarios. Pero escogió un discurso incluyente, clamando por la unión del país, destacando las cualidades de sus rivales, respetuoso de las diferencias, por lo tanto, un discurso esperanzador. Algunos dirán que la palabra aguanta todo, pero para mí está claro que Duque está maniobrando para distanciarse del ala radical del Uribismo, porque entiende que de no hacerlo quedará cooptado por los próximos años. ¿Eso implicará alejarse del expresidente? Por supuesto que no, pero sí de los Ordóñez, Londoños, etc. En los primeros seis meses de Duque en el gobierno conoceremos su talante. Los colombianos estamos cansados de esta polarización. Ojalá sea fiel a su compromiso de ser un Presidente que una y que no vuelva añicos este país.

Sigue en Twitter @Gerardoquinte

AHORA EN Gerardo Quintero