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El reto de los guerreros

La puerta que abrió el presidente Santos en Francia, al plantear la...

5 de febrero de 2015 Por: Gerardo Quintero

La puerta que abrió el presidente Santos en Francia, al plantear la posibilidad de que los guerrilleros desmovilizados hicieran parte de una policía rural generó una dura respuesta de dos de sus principales contradictores, el senador Uribe y el procurador Ordóñez.Si bien los argumentos que ambos plantean deben tenerse en cuenta, también queda claro que tanto Uribe como Ordóñez no proponen nada diferente y sólo saltan para obstaculizar cualquier salida negociada a este conflicto. La realidad es que en la dinámica actual de los diálogos es probable que en poco tiempo tengamos a cerca de ocho mil hombres que dejarán sus armas y es necesario pensar, desde ahora, cuál es la alternativa que se prevé para que esos excombatientes no se conviertan en un problema para las ciudades y zonas rurales. Es claro que muchos de los desmovilizados de las AUC, al cabo de un tiempo, terminaron engrosando las hoy temidas bacrim, convirtiéndose en un verdadero peligro público para ciudades como Cali, Buenaventura, Tuluá, Buga.Esos antecedentes indican que no le basta al Estado con entregar un subsidio por un tiempo a estos desmovilizados, que en muchos casos están acostumbrados por sus prácticas delictivas a manejar gruesas sumas de dinero. Esto, definitivamente, no será el aliciente. El trabajo tiene que ser integrado. Esta labor el Gobierno nacional debería estar haciéndola con gobernadores y alcaldes de los municipios del país, pero la verdad es que de eso no hay nada. Las propuesta de que estos ex guerrilleros conformen una policía rural, per se no es descabellada. Algo similar sucedió en otros países como El Salvador y Nicaragua, que vivieron procesos similares a los que se adelantan en Colombia. De hecho, aquí mismo muchos desmovilizados del M-19 hicieron parte del desaparecido DAS. Sin embargo, es claro que un proceso de reinserción implica todo un trabajo sicológico, de convencimiento, de respeto, de limpiar heridas, de creer en el Estado y sus instituciones y no estar por encima de la ley. Pero aparte de eso, hay que considerar otras alternativas y pensar si no es mejor que estas personas dejen en definitiva las armas y regresen a trabajar a los campos que algunas vez abandonaron. Crear granjas-escuelas en las que haya una preparación técnica para mejorar producciones agrícolas. Otra alternativa sería que muchos de estos desmovilizados se convirtieran en guardabosques, previa preparación ambiental y, lógico, sin dejarlos solos en este proceso. Los empresarios han estado al margen de esas iniciativas y sería interesante que el Gobierno los convocara para que plantearan sus ideas de cómo hacer para que los ex guerrilleros integren los mecanismos de producción de una forma adecuada y confiable. Lo que viene es un reto de país y no se pueden repetir los errores del pasado.

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