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El renacer de El Arenillo

Los años han pasado y valientes mujeres de la zona conformaron una asociación para hablar, recordar, curar el alma, pero también para buscar alternativas de subsistencia, proyectos comunes que les permitieran soñar con el mejor futuro que querían.

27 de octubre de 2021 Por: Gerardo Quintero

Desde las alturas de la Cordillera Central, El Arenillo, corregimiento de Palmira, se asoma como una postal de esos bucólicos pueblos de montaña: rodeado de gente cálida a pesar de las corrientes frías que siempre parecen amenazar el cielo azuloso, brillante, que invita a quedarse.

En medio de este paisaje tan cálido, tan hermoso, pacífico e inspirador, cuesta creer que hayan pasado dieciséis años desde que hombres armados pertenecientes a las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, sitiaron el pueblo durante cinco años.

Se adueñaron a sangre y fuego de sus fincas, de los animales, de sus cultivos, intentaron someter sus almas pero no pudieron doblegar la resiliencia de un pueblo que hoy sigue luchando contra sus fantasmas.

Los años han pasado y valientes mujeres de la zona conformaron una asociación para hablar, recordar, curar el alma, pero también para buscar alternativas de subsistencia, proyectos comunes que les permitieran soñar con el mejor futuro que querían.

Hoy estas mismas familias pertenecientes a la comunidad del Arenillo-Palmira, con el apoyo de la Unidad de Restitución de Víctimas, encontraron la fortaleza suficiente para volver a tejer ese debilitado entramado social.

‘Aromáticas A.D.A’ es el nombre de este emprendimiento que les ha permitido llevar la fertilidad de sus tierras hasta mercados de poblaciones vecinas.

Menta, albahaca, toronjil, hinojo, limoncillo, cidrón, apio y hierbabuena son algunas de las hierbas aromáticas que estas mujeres siembran, recogen, secan, empacan y distribuyen para beneficio de su comunidad.
Hoy esta comunidad de El Arenillo es un valioso ejemplo porque pudieron ponerse de acuerdo y sobreponerse a todos esos vejámenes, homicidios, abusos contra sus familias y vecinos. Se dieron una oportunidad.

Ellos lograron unirse, volverse tejedores de paz, líderes de la comunidad y aceptaron la ayuda del Estado colombiano.

Es la fortaleza de un pueblo que prefirió perdonar y seguir adelante que repetir una historia de violencia.
Sigue en Twitter @Gerardoquinte

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