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Corrupción sin límites

La corrupción en Colombia no tiene límites. Permea cada uno de los...

20 de febrero de 2014 Por: Gerardo Quintero

La corrupción en Colombia no tiene límites. Permea cada uno de los sectores y se adentra hasta en aquellos en los que más confianza depositan sus ciudadanos. Las revelaciones de lo ocurrido en el Ejército es sólo una verdad de esas que todos saben, pero que nadie quiere descubrir. De esos secretos de familia de los que es mejor no hablar y quien sea capaz de revelar se convierte en el peor enemigo de todos. La corrupción arropa la política colombiana, el sector de la salud, al sistema de justicia, a los empresarios. Hasta para entrar a un concierto o al estadio aquí se paga para conseguir una mejor ubicación en una fila y pasar por encima de los demás sin importar nada. La semana pasada, el Icfes confirmó que hubo fraude en 107 pruebas, las cuales fueron superadas por 35 patrulleros de la Policía que aspiraban un cupo en el grado de subintendente, en el nivel ejecutivo. La Comisión Nacional Ciudadana para la Lucha contra la Corrupción presentó a finales del año pasado un balance aterrador: en el 2013, la corrupción le costó 800 millones de dólares a Colombia.La cultura de la trampa ha hecho metástasis en Colombia y lo peor es que siempre hay una salida para fustigar a quien la denuncia. El episodio con los militares nos lo demostró. En muchos sectores la culpa recayó en la revista Semana, a quien tildaron de querer acabar con la institucionalidad. Esa es la misma defensa que utilizan todos esos congresistas, alcaldes y gobernadores corruptos. Nunca ellos asumen responsabilidad, siempre hay unas fuerzas oscuras que los quieren sacar de sus cargos, así las pruebas sean contundentes. Pasamos de la entrega de notarías, a la mermelada, de la entrega de auxilios para ‘campesinos millonarios’ a las dádivas para inescrupulosos contratistas.No existe en Colombia un fenómeno más dañino para la institucionalidad colombiana que la corrupción. La propia guerrilla y las bandas criminales se nutren de esta perversidad que destruye cualquier sistema de gobierno.En tiempos de elecciones, qué bueno sería que tuviésemos conciencia de a quién elegimos para que nos representen. Estamos llenos de candidatos torcidos, tramposos, ladrones del erario, contaminados por la podredumbre que nos invade en cada rincón.Qué daño tan grande estamos haciendo a nuestras futuras generaciones, dejando un país corrupto en todos los niveles y propiciando una cultura de la trampa que contamina hasta a sus mejores hombres. Pobre Colombia.

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