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Conductores en contravía

Gran parte de lo que somos como sociedad lo reflejamos cuando conducimos...

21 de octubre de 2010 Por: Gerardo Quintero

Gran parte de lo que somos como sociedad lo reflejamos cuando conducimos un vehículo. Piénsenlo bien y verán que las calles de Cali son microcosmos en los que quedan desnudadas todas nuestras falencias como comunidad. En las vías de la ciudad impera una tácita ley de la selva, en la que el carro más grande quiere destrozar al más chico. Es en ese escenario donde observamos terribles comportamientos de urbanidad, ética social, solidaridad. Pobre de aquel que osa llamar la atención a un conductor porque arrojó basura por la ventanilla, se pasó un semáforo en rojo o viene en contravía. Es imposible encontrar un acto de contrición, de vergüenza ciudadana frente a la falta cometida. No, la respuesta inmediata es agresiva, insultante, amenazadora.El poco respeto que se tiene a la vida propia y de los demás se puede fácilmente advertir en aquellos conductores que salen completamente ebrios o drogados a transitar a altas velocidades por las avenidas de Cali. También se observa en los ya famosos ‘piques’ que se han tomado zonas como la Avenida Cañasgordas y la vía Cali-Jamundí. En esos cruces inesperados de motociclistas, en los adelantos suicidas de taxis y buses o en los agresivos irrespetos a los semáforos en rojo.En suma, una sociedad enferma, con un grave problema de respeto a las normas y a la convivencia, se refleja en esas frías estadísticas de la Secretaría de Tránsito que señalan que en nuestra ciudad se imponen 700 multas diarias, en su mayoría por hacer cruces prohibidos, pasar semáforos en rojo y conducir en estado de embriaguez. Tan sólo en el primer semestre de este año se registraron 172 choques, en los que se detectó la presencia de alcohol.El senador Roy Barreras, tal vez alarmado por la situación que él ha evidenciado en nuestra ciudad, presentó ante el Congreso un proyecto para endurecer las penas contra los conductores ebrios que ocasionan muertes en sus accidentes y también planteó al Gobierno crear la Alta Consejería para la Prevención Vial. Todas esas propuestas son bienvenidas, pero estoy convencido que estas medidas tienen que ir de la mano con un proceso interno de reflexión y respeto por la vida que debe tener cada individuo que se sienta al frente del timón de un carro o de una motocicleta. Si no asumimos ese compromiso podrán aumentar las penas, subir las multas, pero las cifras de accidentalidad seguirán su trágico ascenso.

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