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Adiós a los expresidentes

“Si la plata entró, fue a mis espaldas”. Y en vez de quedarse callado, sigue dando las mismas lecciones que no fue capaz de entregar mientras estuvo al frente de su des-gobierno.

2 de marzo de 2022 Por: Gerardo Quintero

Cada día me convenzo más que los expresidentes son como una gran fábrica de cretinos que tienen la tarea de descender a los infiernos de su popularidad profiriendo propuestas que no fueron capaces de ejecutar cuando eran gobernantes.

Las imágenes de César Gaviria reunido con Gustavo Petro no pueden ser más tristes para el colofón del expresidente liberal. Y no solo porque se trate de un encuentro con el líder de la Colombia Humana que encabeza las encuestas presidenciales, sino por el oportunismo de Gaviria y la ambición de Petro. Basta repasar fotos del pasado del jerarca liberal para darse cuenta de cómo siempre se arrimó a la rama que más sombra le diera. Algunas veces se trata de asegurar a Simoncito en posiciones clave, ahora parece ser que María Paz es la elegida pues se ventila que sería la vicepresidenta de Petro para asegurar el apoyo delexpresidente.

Lo de Gaviria no dejaría de ser anecdótico si no viéramos el desgaste para la sociedad que implica ver a esos señores que creen que aún manejan los destinos del país, empezando por el ‘presidente eterno’ (vaya apelativo). Desde nuestras tribunas, varios analistas le sugerimos a Álvaro Uribe que se retirara a tiempo, que se dedicara a sus nietos, pero el ansia de poder, el creer que el país no podría existir sin su presencia, le pudo más. Hoy enfrenta sus peores registros de popularidad.

Tenemos casos más patéticos. Andrés Pastrana, de los presidentes de más ingrata recordación, pontifica sobre lo divino y humano como si en su gobierno hubieran corridos ríos de leche y miel. Se suma Ernesto Samper, al que le metieron millones de pesos del narcotráfico y prefirió hacerse el idiota que aceptar su responsabilidad: “Si la plata entró, fue a mis espaldas”. Y en vez de quedarse callado, sigue dando las mismas lecciones que no fue capaz de entregar mientras estuvo al frente de su des-gobierno.

Otros como Juan Manuel Santos siguen manejando hilos por debajo de la mesa, sin necesidad de untarse pero tampoco sin deseo de desprenderse de los recuerdos del añejo poder que detentaron.

Es chocante ver estos personajes posando con aire de superioridad, creyendo que la masa aún les come cuento. Lo más triste es que quienes más llevan el ‘besamanos’ son los periodistas que los llaman, todavía, presidentes y a los que se les caen las babas en cada pregunta que les hacen. Deberíamos aprender de los estadounidenses, cuyos presidentes una vez terminan su periodo, se retiran de manera discreta y no tienen periodistas zalameros que están buscándolos desesperadamente para una entrevista.

Al escucharlos tengo la sensación que en este país parece más importante ser expresidente que presidente. Por eso andamos como estamos.
Sigue en Twitter @Gerardoquinte

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