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Acorralados por las barras bravas

Me pregunto hasta cuando, por Dios, tendremos que soportar la horda de...

10 de febrero de 2017 Por: Gerardo Quintero

Me pregunto hasta cuando, por Dios, tendremos que soportar la horda de delincuentes que se toma el estadio Pascual Guerrero cada que les da la gana. Noche de clásico, clásico insignificante, clásico con un 'mentiroso' pacto de paz (como tantos otros) anunciado con anterioridad. El resultado no pudo ser más desastroso: 135 personas aprehendidas. De ellas, 24 que serán judicializadas por hurto y porte de armas y estupefacientes. ¡Ya no más! Estamos cercados por esta horda de delincuentes, drogadictos, vándalos, que se le salieron de las manos a las autoridades. Estos no son hinchas, son DELINCUENTES. Actúan como tales, consumen drogas en cantidades industriales, cuando realizan sus actos vándalicos arrasan con quien esté cerca, he presenciado como roban a la gente sus celulares y su dinero, he visto como sacan sus cuchillos y machetes amedrentando al que esté cerca. He sido testigo de como vulneran a los ciudadanos de bien y como hordas van intimidando al que salga a su paso. No más con estos DELINCUENTES, con estos drogadictos, que utilizan el estadio como pretexto para inhalar y aplicarse todas las drogas que puedan conseguir, para luego salir enajenados e intimidar al resto de la población. Ya basta de estos personajes dañinos, que acaban con las estaciones del MÍO, destrozan automóviles, destruyen ventanas y puertas del barrio San Fernando y sectores aledaños, desalojan a las familias de los parques, impiden que uno pueda ir con sus hijos al estadio... Ya no más con estos siniestros sujetos que te acorralan cuando llegas al estadio exigiendo que les des dinero, para supuestamente comprar la boleta y que si no les das te insultan y te siguen diciéndote una y más bestialidades.Les quedó grande a la Policía de Cali y la Alcaldía el control. Ahora proponen que no haya partidos de noche, pero ¿esa es la solución? No creo, ahora simplemente cometerán sus actos delictivos en la tarde, simple. Lo que debe hacerse es una revisión total, una condena de todos los estamentos, impedirles la entrada a los estadios, identificarlos, sanciones drásticas, controles de droga y alcoholímetros a la entrada del estadio. Pero si la corrupción está en todos los estamentos, empezando por los clubes de fútbol que acolitan esta situación, no hay mucho por hacer. Para qué ir al estadio con esa horda de por medio. Cómo arriesgar a los hijos para que los atraquen o hasta los maten estos delincuentes. No más con esos atrabiliarios que enloquecen la ciudad y la ponen patas arriba cuando les da la gana.No más pactos mentirosos y los medios de comunicación como borregos al matadero 'comiéndoles' cuento. Esto se salió de las manos y las medidas son poco efectivas. Ellos ya reconocen su poder, saben que tienen a todos cogidos de donde sabemos y que su poder reside en la intimidación, en su volumen de masa descarriada, en el descontrol de una ciudad que no ejerce autoridad. Qué lejos se perciben esos recuerdos de cuando íbamos al estadio, a las tribunas populares, y nos confundíamos aficionados de uno y otro equipo. Que lejos quedaron aquellos momentos cuando a nadie mataban por portar la camiseta de un equipo de fútbol. Qué guerra es la que se vive hoy en un estadio, que padecimiento que un deporte como el fútbol lo hayan convertido en un escenario de confrontación donde aflora lo peor de una sociedad enferma como la nuestra. Qué locura que ya no podamos disfrutar de una actividad que congregaba la familia, que divertía y que, al final, sólo era eso, un juego...

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