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Bienvenido el nuevo arzobispo

Hace pocos días el clero de Cali tuvo la oportunidad de escuchar...

4 de septiembre de 2010 Por: Fray Luis Patiño

Hace pocos días el clero de Cali tuvo la oportunidad de escuchar los primeros planteamientos y propuestas de monseñor Darío de Jesús Monsalve, próximo sucesor del actual arzobispo Juan Francisco Sarasti. Quedé gratamente impresionado al oírle decir que su programa pastoral tendría como base lograr que Jesús de Nazareth fuera el punto de referencia fundamental de todo el quehacer arquidiocesano.Parece una verdad de perogrullo… Pero es una clara invitación a que hagamos una sincera autocrítica, para saber si la institución-Iglesia se rige por la lógica del poder o por la lógica del amor.Desgraciadamente la búsqueda de poder ha sido una constante en la historia eclesiástica. Ese poder se sustenta sobre dos columnas: la organización piramidal-jerárquica y la idea de que todo eso tiene su origen en el fundador de la Iglesia, Jesucristo. Y ese poder es absoluto: el Papa, según el derecho canónico, detenta el poder “ordinario, supremo, pleno, inmediato y universal”, un poder cuasi divino y que no tiene ningún control institucional.Y como se asegura que todo eso es sagrado, no hay posibilidad de intentar ninguna reforma de la institución. De esa manera se le cierran las puertas al amor, la compasión, la misericordia, y se distancia de los sin-poder, de los pobres. La institución se hace insensible a los problemas del mundo de hoy, como en lo tocante a la familia y a la sexualidad. En razón de su rigidez dogmática y canónica, la institución eclesiástica no se siente como un hogar espiritual y por eso muchos emigran. Le dicen sí a Jesús pero no a la Iglesia-poder.Ese modelo de Iglesia monárquica no tiene nada que ver con la vida histórica y la enseñanza de Jesús. Por eso es de esperar que le hagamos caso al Arzobispo Coadjutor y nos preguntemos si de verdad es Jesucristo el modelo y guía, por ejemplo, en las pomposas celebraciones y las principescas vestimentas de los “excelentísimos señores”, en la formación de los futuros sacerdotes en un seminario estrato “siete” y en la indiferencia oficial frente a la pederastia clerical… ¡Qué bien ha iniciado su servicio Mons. Monsalve!