Intocable por ahora
Mientras más se sanciona, aísla y condena al régimen ruso, más escala la guerra.
En la guerra de Ucrania, Putin ha violado prácticamente todas las leyes internacionales. Sin embargo, no hay cómo hacerlo responder penalmente por los crímenes cometidos; al menos por ahora la justicia internacional no puede tocarlo. Tendrían que derrotarlo militarmente o los ciudadanos rusos tumbarlo para intentar judicializarlo. Escenarios poco probables, al menos en un futuro cercano y menos cuando la guerra se intensifica.
Putin ha transgredido la Carta de Naciones Unidas, los Convenios de Ginebra sobre la Guerra e incurrido en todos los delitos de competencia de la Corte Penal Internacional, CPI: genocidio, crímenes de guerra, lesa humanidad y agresión. Y tendría que responder como máximo determinador de dichas conductas aunque él no haya disparado un solo tiro. Y debería pasar el resto de su vida en una cárcel. Pero eso no va a pasar, por ahora.
No va a pasar por tres razones: la primera, porque Rusia no es Estado Parte del Estatuto de Roma, tratado que crea y otorga competencia a la CPI; la segunda, porque si bien el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas podría remitir el caso al Fiscal de esta Corte, no lo hará pues Rusia es parte del Consejo y tiene poder de veto; y la tercera, porque esa misma capacidad de veto le impide a Naciones Unidas actuar contra el líder ruso.
Es decir, por más razones que existan para acusar y enjuiciar al presidente ruso por los delitos atroces cometidos en Ucrania, no es fácil que eso ocurra. Por eso, la investigación que adelanta la CPI es un saludo a la bandera, igual la resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas suscrita por 141 de 193 países miembros rechazando la invasión. Son actos simbólicos de respaldo a Ucrania y de condena a Rusia, pero de ahí no pasan.
Como se advierte al inicio, los únicos escenarios en los que Putin puede terminar en la cárcel son, si es derrotado militarmente o si lo tumban los ciudadanos rusos y llegase un gobierno que lo juzgue o que no se oponga en el Consejo de Seguridad a que lo haga la CPI o un tribunal especial. Y por más resistencia y patriotismo del pueblo ucraniano no se prevé su derrota militar ni una insurrección interna y exitosa en Rusia en su contra.
No significa que no pueda ocurrir, pero no a corto plazo. Mientras más se sanciona, aísla y condena al régimen ruso, más escala la guerra. Si algo queda claro de las reuniones de Biden con la Otan, la Unión Europea y el G7 en Bruselas y la visita a Polonia, es que la posibilidad de que Estados Unidos se involucre más en la guerra, crece; envía soldados, armas y dinero a Europa y dice que si tocan a un país aliado, responderá militarmente.
Y por más rechazo de algunos sectores sociales y ciudadanos rusos contra Putin, dista de ser una fuerza con capacidad de hacer tambalear al régimen. Es factible que con los días y ante las penurias de la población rusa, resultantes de las sanciones económicas, crezca la oposición. Por lo pronto desconecta sectores del internet global, somete a sus detractores y amordaza a los medios. Un régimen de terror comparable con el de Stalin.
En conclusión, Putin es intocable penalmente. No hay manera de judicializarlo y lo más probable es que nunca ocurra y que se salga con la suya en el marco de una negociación que ponga fin a la guerra y le permita salvar cara. Pero la vida da vueltas y no se debe descartar que con los años y de estar fuera del poder, se le juzgue en Rusia, en la Corte Penal Internacional o en un tribunal especial. El tiempo lo dirá. Por lo pronto solo se vislumbra una mayor tensión, más crímenes atroces en Ucrania e impunidad para Putin.
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