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Desarrollo y crecimiento

Habla bien de un país y de su sociedad el que no sea conforme y aspire a mejorar. Ese ha sido y es el caso de Colombia, que ha progresado en medio de la adversidad.

15 de diciembre de 2019 Por: Francisco José Lloreda Mera

Habla bien de un país y de su sociedad el que no sea conforme y aspire a mejorar. Ese ha sido y es el caso de Colombia, que ha progresado en medio de la adversidad. Son muchos los problemas -y siempre los habrá- pero no debemos por eso minimizar los logros. Nuestro país es hoy ejemplo a nivel mundial en el mejoramiento de su desarrollo humano. No lo dice un optimista mal informado, ni el gobierno, lo dice Naciones Unidas.

El Índice de Desarrollo Humano, IDH, fue creado por Naciones Unidas a partir de una premisa: el crecimiento no solo debe medirse por el ingreso per cápita, siendo este un indicador importante, sino por la calidad de vida. Para lo cual mide, entre otros, la educación, la expectativa de vida y el ingreso. Pues bien, Colombia no solo mejoró frente a la última medición sino que su avance es monumental en las últimas tres décadas.

Con relación al IDH de 2017, Colombia pasó del puesto 95 al 79 a nivel mundial, lo cual es muy importante. Pero lo más relevante es que en los últimos 28 años el país pasó de una calificación de 0,60 a 0,761 en el índice, siendo 1 el máximo valor. Es decir, un aumento del 26,9 por ciento, lo que ubica al país en categoría alta de desarrollo humano. No en vano, el director del Pnud para América Latina señala que “es un caso de éxito.”

En ese período la expectativa de vida aumentó 7,4 años para ubicarse en 77,1 años, un indicador de la mejoría en el acceso y los servicios de salud. En educación, el promedio de escolaridad aumentó 5,5 años, para situarse en 8,3 años, con una expectativa de 14,6 años de estudio, lo que evidencia una mejoría en el acceso y permanencia en el sistema. Y el ingreso per cápita aumentó 74,5 por ciento, pasando de $7392 a $12.896 dólares.

Un avance importante que no debe sorprender, pues en las últimas tres décadas reducir la pobreza ha sido una prioridad de la mayoría de los gobiernos. De 2002 a 2018, por ejemplo, la pobreza monetaria pasó de representar el 49 por ciento al 27 por ciento. Lo cual se ha reflejado en la reducción de la desigualdad; según el coeficiente de Gini, en los últimos 15 años, ésta ha disminuido 7,9 puntos, ubicándose en 49,7 por ciento.

Estos indicadores no deben, sin embargo, desconocer el enorme desafío que tenemos para lograr una mejor calidad de vida de todos los colombianos. Somos el segundo país más desigual de la región luego de Brasil y de acuerdo con el Dane, aún 9,6 millones de personas viven en condición de pobreza, con departamentos como Chocó y La Guajira, donde el 61,1 por ciento y 53,7 por ciento de su población, respectivamente, son pobres.

Pero para erradicar la pobreza, mejorar la calidad en la salud y en la educación, reducir la inequidad social y que nuestra clase media se consolide y progrese, es indispensable generar empleo formal y crecer económicamente. El crecimiento per se no garantiza una mejora en la calidad de vida, pero sin este, es imposible lograrlo. La mejoría del país en los últimos 30 años se debe entre otras razones a un crecimiento mediano sostenido.

El desarrollo no cae del cielo ni con discursos demagógicos. Se logra generando riqueza, para lo cual es necesario no solo tener buenas políticas sociales y redistributivas, sino, políticas de crecimiento, empezando por la creación de empresa: desde una panadería, una granja avícola o un taller, hasta una de confecciones, de construcción o minería. Hay mucho por hacer, pero se ha logrado dar un salto gigantesco en calidad de vida. Cosa distinta es que algunos no lo acepten pues cimientan su discurso en un fracaso nacional.

Sigue en Twitter @FcoLloreda

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