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Contra el delito

Era de esperar que el robo masivo en el café Juan Valdez en el norte de Cali suscitara enorme preocupación y una vez encontraron a los delincuentes sensación de alivio.

17 de diciembre de 2017 Por: Francisco José Lloreda Mera

Era de esperar que el robo masivo en el café Juan Valdez en el norte de Cali suscitara enorme preocupación y una vez encontraron a los delincuentes sensación de alivio. La inseguridad en las ciudades continúa siendo una de las principales inquietudes de todos los colombianos, lo que amerita un breve análisis del fenómeno delictivo y en especial, de la importancia de la acción policial y del concurso firme de los ciudadanos.

La mayoría de los delitos suceden cuando se presentan tres condiciones: un victimario (quien decide realizar el hecho), una víctima potencial (todos lo somos pero algunos lo son más que otros) y un entorno que facilita o no su realización. Es decir, dependiendo de estas variables es más o menos probable que el delito ocurra, razón por la cual la efectividad en la lucha contra la criminalidad requiere de acciones en los tres frentes.

Los delitos los suelen cometer pocas personas de manera reiterada; son personas que desarrollan una carrera criminal. Por eso es fundamental castigar sin contemplación la reincidencia. Y en la mayoría de casos el victimario no actúa sólo sino en grupo y lo hace de manera premeditada tras sopesar, consciente o no, el costo (riesgo)-beneficio de realizar el hecho; el delincuente solitario, espontáneo e irracional, es la excepción.

Dependiendo del país, hay personas más propensas que otras a ser víctimas del delito. En algunos casos, por ejemplo, las mujeres y los adultos mayores, llevan la peor parte; los victimarios saben que hay grupos poblacionales más vulnerables a ciertos delitos. Similar al victimario, la víctima por azar no existe: el delincuente define con antelación las características de su víctima potencial y si las otras circunstancias se dan, procede.

Es decir, el delito no ocurre en el vacío. Puede haber un victimario listo a cometer un delito y una víctima identificada pero si el entorno lo dificulta, no se realiza el hecho. De ahí la importancia de la iluminación en espacios públicos, los sistemas de alarma y cámaras de seguridad, y tomar todos, mínimas precauciones para ayudar a prevenir el delito. La ocasión hace al ladrón, dice un refrán, que aplica en Colombia y en el mundo.

En el robo en Juan Valdez eran cuatro victimarios experimentados y con antecedentes penales, a plena luz del día (partían de la base de que no los agarrarían), contra ocho personas desprevenidas en un barrio bastante tranquilo (lo que paradójicamente los hizo más vulnerables). De lo que no se percataron los ladrones es que iba a ser posible rastrear uno de los celulares robados y que la Policía se empeñaría en ir a buscarlos.

No sé si la persona tenía activada la opción que permite rastrear el celular consciente de que le sería útil en caso de robo, y lo fue. Como lo fue la extraordinaria reacción de la Policía, que a decir verdad, en muchas ocasiones se cruza de brazos. Es decir, con acciones ciudadanas para prevenir o impedir que se consuma el delito y una voluntad policial férrea es posible hacerle más difícil la tarea al delincuente o luego encontrarlo.

Es deber de las autoridades prevenir, contrarrestar y castigar el crimen. Función que corresponde a los gobiernos, a la policía y a la justicia. Pero con frecuencia se olvida el rol de los ciudadanos en la lucha contra el delito; no para excusar la inefectividad de la autoridad, que en ocasiones resulta desconcertante, sino, porque esta lucha se gana si todos ponemos un grano de arena. Lo sucedido en Juan Valdez es una prueba de ello.Sigue en Twitter @FcoLloreda

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