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Transformar el desencanto político

Algo muy notorio -y preocupante- ha venido ocurriendo en Colombia. Se trata...

21 de marzo de 2015 Por: Fernando Cepeda Ulloa

Algo muy notorio -y preocupante- ha venido ocurriendo en Colombia. Se trata del desencanto con los políticos y la política. Es un fenómeno universal y al respecto hay ya libros académicos que tratan de explicar el fenómeno. Pero entre nosotros el asunto tiene connotaciones particulares que es conveniente recordar.El dato más relevante es el que tiene que ver con el número de congresistas que han sido condenados y que están pagando cárcel .Son sesenta y dos, por cuenta de la así llamada parapolítica. No se incluyen los del proceso 8.000 o los del Pomaricazo. Inédito. En una democracia, semejante deslegitimación de la dirigencia política es una causa innegable de lo que algunos llaman la degradación de la política y este columnista prefiere denominar decadencia política. Y de allí nace el desencanto.En contraste, se podría señalar que 54 congresistas fueron secuestrados y habría que añadir alcaldes, concejales, diputados y gobernadores. Y lo que impacta es que esta cifra no se menciona, lo que denota un reflejo del desencanto político.Por ello, no nos debería sorprender que una medición estadística que goza de gran prestigio, la del Proyecto Global sobre Actitudes administrada por el Pew Research Center, arroje un dato contundente: el nivel de insatisfacción política más alto en América Latina es el de Colombia, 75%. Asombroso. El promedio latinoamericano es de 59%. No menciono los datos para nuestros vecinos porque invitan a la indignación. En el Líbano es de 90%, el único país que sobrepasaría el caso colombiano.Pero hay un dato aún más diciente, porque extiende el desencanto al sector empresarial. El 83% considera que los ricos tienen demasiado poder. Es el indicador más alto en América Latina donde el promedio es de 74%. Y es el más alto en el mundo.Esta combinación de desencanto político y de percepción de influencia desmedida de un sector de la población me parece, realmente, explosiva, si es así. No tengo a mano estudios anteriores que me permitan establecer si se trata de un patrón o si es un dato nuevo. Me parece que se debería analizar con cuidado esta encuesta, sus antecedentes, su metodología, porque aunque creo que la decadencia política en Colombia es notoria, cuando examino esta información en términos comparativos, digo esto no puede ser. ¿Más desencanto político en Colombia que en Venezuela? En la percepción sobre el poder exagerado de los ricos, Perú y Brasil nos acompañan, pero les llevamos alguna ventaja (!).Así las cosas, ¿el concepto de vetocracia tendría, entonces plena vigencia en Colombia? Porque, ¿qué sentido tendría este dramático diagnostico si ello no se traduce en un efecto real en la formulación de políticas públicas o, más significativo, en la NO formulación de algunas políticas públicas? ¿O de algunas decisiones?Que algo semejante esté ocurriendo con el Poder Judicial, y ahora con Ecopetrol y otras agencias del Gobierno, nos dice que está más que pasada la hora de hacer un esfuerzo descomunal para fortalecer nuestra armazón institucional republicana. Con mayor razón si estamos en vísperas de una transición hacia la incorporación de las guerrillas a la vida política, social y económica. Es trabajo de todos. ¿O acaso es que es mejor seguir cómo vamos? Manos a la obra.

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