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Reconstruir el consenso

El resultado del proceso electoral está facilitando lo que parecía muy difícil: reconstruir el consenso político que, en materia grave, se había roto por el desacuerdo con respecto al contenido del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto Armado.

13 de julio de 2018 Por: Fernando Cepeda Ulloa

Inesperado. El resultado del proceso electoral está facilitando lo que parecía muy difícil: reconstruir el consenso político que, en materia grave, se había roto por el desacuerdo con respecto al contenido del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto Armado.

Se pueden señalar, por lo menos, dos hechos legislativos notorios que requerían consenso de fuerzas políticas antes confrontadas: la aprobación de la Ley de Procedimiento para la JEP y la reciente Ley que regula el sometimiento a la justicia de los grupos armados organizados.
Un tema íntimamente ligado al Acuerdo Final, como que desarrolla uno de los puntos centrales (3.4) las “(…) Garantías de Seguridad y Lucha contra las organizaciones y conductas criminales responsables de homicidios y masacres, que atentan contra Defensores de Derechos Humanos, movimientos sociales o movimientos políticos o que amenacen o atenten contra las personas que participen en la implementación de los Acuerdos y la construcción de paz, incluyendo las organizaciones criminales que hayan sido denominadas como sucesoras del Paramilitarismo y sus redes de apoyo”.

Un asunto urgente, particularmente, en la perspectiva de la serie de asesinatos de dirigentes sociales que ha consternado a la opinión pública nacional e internacional. Y que, además, busca ir completando el esquema de la Paz que estaría viviendo, infortunadamente, una condición bien precaria si los 5.000 o más delincuentes armados continúan matando, extorsionando, amenazando.

Se trata de organizaciones delincuenciales como el Clan Úsuga y otros que, quién lo creyera, constituyen hoy grupos más numerosos y más poderosos que las propias Farc cuando se plantearon las negociaciones de paz durante la Administración Turbay o la Administración Bentancur.
Sorprende saber que el Centro Democrático lideró el correspondiente trámite legislativo. Ojalá esta nueva herramienta legal contribuya a consolidar la esperanza de paz que se ve amenazada de muchas formas. Una de ellas los grupos delincuenciales que se marginaron del Acuerdo Final y continúan sembrando terror, o los remanentes de la desmovilización paramilitar y así de otras organizaciones. Un tema al cual hay que ponerle fin para siempre, como alguna vez se hizo con las frecuentes amnistías tributarias que estimulaban el no pago de los impuestos.

Sobra decir que el gravísimo caso de los asesinatos de dirigentes sociales no es muy diferente del que describió Stephen Dudley en su excelente libro ‘Walking Ghosts’, hace ya más de una década, en referencia a lo que ocurrió con la Unión Patriótica y otros partidos políticos.

Alarma comprobar, una y otra vez, el trabajo que nos cuesta aprender de las lecciones que dejan experiencias que han sido bien documentadas. ¡Es que la poca afición por la lectura y la resistencia a preguntar lo obvio a quienes las han vivido o las han manejado, nos lleva a la perplejidad ante hechos que no deberían tomarnos por sorpresa! ¡Hasta cuándo!
Otros hechos políticos muestran que estamos en la senda de reconstruir el consenso político: el apoyo a Iván Duque en la segunda vuelta; las negociaciones para elegir mesas directivas del Congreso y la aplicación del Estatuto de Oposición.

El disenso es parte esencial del consenso en una democracia. Veremos si los partidos de oposición saben estar a la altura. Hay señales que apuntan en el sentido contrario si observamos el comportamiento de algunas de esas fuerzas, felizmente, no de todas.

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