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Parecería

La chispa que provocó la Primera Guerra Mundial fue el asesinato del Archiduque de Austria-Hungría, en Sarajevo. Difícil divorciar la Primera de la Segunda Guerra Mundial.

10 de enero de 2020 Por: Fernando Cepeda Ulloa

La chispa que provocó la Primera Guerra Mundial fue el asesinato del Archiduque de Austria-Hungría, en Sarajevo. Difícil divorciar la Primera de la Segunda Guerra Mundial. Eso fue la primera mitad del Siglo XX. El número de muertos es agobiador, la destrucción incalculable. Entonces, mentes lúcidas aprendieron la lección y crearon un Nuevo Orden Internacional a partir de 1945 que buscó, ante todo, que no se repitiera algo semejante. En primer lugar, indispensable prohibir la guerra entre naciones. Es una dimensión central de la Carta de las Naciones Unidas.

Ese Nuevo Orden Mundial ha sufrido transformaciones que lo han debilitado. Por ello, hoy nos preguntamos, ¿qué papel está jugando el multilateralismo ante una situación tan preocupante como la del Medio Oriente? La gobernabilidad global está en crisis.

No recuerdo si fue en 1970, en un día primaveral como pocos, cuando el profesor A.J.P. Taylor, bajo un árbol centenario, contó ante una audiencia que había tenido oportunidad de acceder a los archivos de la Segunda Guerra Mundial y había llegado a la conclusión de que las causas que él había descrito en uno de sus famosos libros, realmente, quedaban minimizadas ante un hecho contundente: la tendencia de los países que tienen armas es precisamente la de utilizarlas. Se aprecia en las afirmaciones del presidente Trump sobre la descomunal capacidad del ejército americano, sin duda el más poderoso.

Las amenazas de escalar el conflicto entre Estados Unidos e Irán se han suavizado y, al parecer, ambas partes habrían buscado un terreno menos conflictivo. Así lo perciben los medios de comunicación en todas partes. El discurso del presidente Trump parecería, también, indicarlo así. Y las acciones de Irán parecerían, de la misma manera, mostrar que hay una especie de apaciguamiento.

Ojalá. Sin duda, ha habido intervenciones de los gobiernos en favor de este tipo de actitud. Pero el sentimiento de venganza no se debilita tan rápido. Estamos ante una situación típicamente interméstica, en la que el factor internacional cuenta mucho pero no hay cómo pasar por alto el factor doméstico. Es determinante, tanto en Estados Unidos como en Irán. Es evidente que Irán tiene en la mira afectar el proceso que decidirá la reelección de Trump. No es un tema menor. Y las manifestaciones más que multitudinarias que vimos en Irán no son, tampoco, asunto despreciable. Queda sólo la cautela en el análisis de este conflicto y la promoción de los mejores esfuerzos para que esta confrontación no pase a mayores. Difícil en una región tan compleja, donde se mueven tantos elementos de orden religioso, militar, político, económico y de personalidades como la del General Soleimani.

En la vida política contemporánea el tema de la moderación en el lenguaje, el estilo, las actuaciones, se ha tornado en factor clave, tanto para la paz doméstica como para la paz internacional. Convivencia en medio de una retórica desorbitada o de actuaciones que desbordan los límites del buen trato, aún en circunstancias muy difíciles, es imposible. Irrealizable. La convivencia es producto, entre otros, de las buenas maneras, del buen trato, del mutuo respeto. Esas prácticas no fueron inventadas hace siglos como un ornamento para la vida diaria. No. Son de la esencia para la vida en comunidad: en la familia, los colegios, las universidades, los partidos políticos, los parlamentos, etc.

La reciente entrevista del presidente Duque es ejemplarizante.

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