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¿Negativa y sucia?

Sí, hay una gran diferencia. Una cosa es mostrar las debilidades de...

10 de mayo de 2014 Por: Fernando Cepeda Ulloa

Sí, hay una gran diferencia. Una cosa es mostrar las debilidades de un candidato (falta de experiencia, errores en su desempeño) y otra enlodarlo, ensuciarlo para sacarlo del juego o disminuirlo. Obama, un hombre muy decente en la vida política, cuando le propusieron estrategias sucias contra Hillary Clinton en la lucha por la nominación demócrata, fue contundente: negativa sí, sucia no. Y advirtió que expulsaría de su campaña al que hiciera algo sucio contra ella. Por su lado, Hillary ensayó varios golpes duros contra Obama, inclusive lo que en el último momento se llamó una bomba, una grabación que, se decía, cambiaría el rumbo  de la campaña. No hay espacio para recordar los detalles.El vigor, la determinación y la voluntad de ganar no se deben confundir con el todo vale. La decencia en política es una excelente forma de competir, se nota, la gente la aprecia. Y los que descalifican esta postura como debilidad o flojera, se equivocan. Sí, hay campañas sucias ganadoras, pero eso no debe prevalecer, contra ese estilo hay que oponer la limpieza. Exaltemos los ejemplos en que ésta ha destruido al que la utiliza.¿Cuál es el efecto de una campaña sucia? ¿Cómo se pueden contrarrestar o invertir sus efectos?  Depende mucho del contenido (su veracidad,  por ejemplo) y de la manera como el contrincante afectado responda. Hay muchos casos  para analizar. El aviso de televisión  contra Barry Goldwater (un hongo nuclear)  para mostrar lo que podría ser el efecto de su campaña fue arrasador. Y la famosa puerta giratoria que echó por el suelo la estrategia de seguridad ciudadana que proclamaba Dukakis, contribuyó a derrumbarlo. Hay casos en los que la campaña sucia se devolvió y, bien aprovechada por la víctima, lo condujo a la victoria y desacredito fatalmente al que la utilizó. En Canadá hay más de un ejemplo.En Colombia, el último día de la campaña que llevó a la Presidencia a Virgilio Barco con un triunfo abrumador, se divulgó un documental de una hora que buscaba inhabilitarlo.  Difícil olvidar la durísima discusión al interior del círculo íntimo de la campaña y los consejos y diagnósticos que llegaban de muchos lados. Finalmente se decidió publicar apenas un comunicado muy sereno y dejar así, para no dar pábulo a un proceso de recriminaciones y más denuncias que ya se  anticipaban y que tendrían lugar  durante la semana de receso antes de la votación. Sabia decisión.El tema es objeto de publicaciones académicas, viejas y recientes. Ellas nos dicen cuál es el principal efecto sobre el comportamiento electoral de las campañas negras, aparte de malherir al adversario: desanimar al votante indeciso, reforzar las actitudes de cinismo frente a la vida política y a los políticos, reafirmar a los que la  odian, a quienes  dicen que todos son iguales , que no hay esperanza. No en vano, Obama tituló uno de sus libros ‘La Audacia de la esperanza’. En política no es fácil tener esperanza.Por ello creo que hay que animar a los indecisos y a los que se declaran independientes para  que tengan la audacia de volver a creer. Que no permitan que estas estrategias bloqueen su capacidad de contribuir a crear un país mejor, que no dejen que su decisión de escoger al que considere el mejor candidato se embolate. El votante de opinión  se caracteriza porque no traga entero, porque sopesa diferentes opiniones, estilos, trayectorias. Por eso no debe tragar entero los intentos perversos de  una  campaña sucia.

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