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México, Brasil

Inédito. Los dos países más significativos de América Latina se han colocado en los polos opuestos del espectro político.

14 de diciembre de 2018 Por: Fernando Cepeda Ulloa

Inédito. Los dos países más significativos de América Latina se han colocado en los polos opuestos del espectro político. Una izquierda populista que obtuvo arrasador triunfo en México, derrotando décadas de control por parte de dirigentes que hicieron de la corrupción el ‘modus operandi’, la forma de gobernar según la propia expresión del nuevo presidente, López Obrador. Y una derecha en Brasil que no oculta su nombre y que proclama sin matices las posiciones más chocantes frente a una opinión liberal. También una respuesta a la corrupción más escandalosa que, además, contaminó varios países de la región con sobornos y el eficaz método de captura del Estado o de algunas de sus agencias, la financiación privada o empresarial de las campañas electorales. Decenas de políticos y empresarios, incluido el símbolo más venerado de la izquierda, el expresidente Lula, están en la cárcel.

Así pues, Colombia estará expuesta a las reverberaciones de estos dos experimentos políticos. En primer lugar, habrá que estar atentos a las estrategias anticorrupción para verificar su eficacia. Hasta ahora lo anunciado no parece convincente.

Ya están en marcha en México políticas que dicen responder a la llamada austeridad republicana: que no más avión presidencial, que rebaja significativa de sueldos, incluido el del Presidente, que no más privilegios y pensiones para los expresidentes y, al lado, ofrecimientos de educación gratuita en todos los niveles y, como si ello fuera poco, salarios para los estudiantes. Pensiones con carácter universal, o sea, para todos, etc. Maravilla. El Paraíso. Veremos de dónde saldrá el dinero para pagar eso y mucho más.

En Brasil todavía estamos pendientes de la posesión del nuevo presidente Bolsonaro, el próximo primero de enero, para escuchar sus ofertas.

Ambos esquemas de gobierno tendrán influencia en la elección presidencial de 2022. Y eventualmente en la de 2019. Y, claro, ahí está Maduro con sus apoyos (Cuba, Nicaragua, Bolivia, Rusia, Irán, etc.) y Trump con su desprecio “por aquellos que buscan compromisos y conciliaciones, con su preferencia por el matoneo y la intimidación, y por su rechazo a la independencia del papel del Poder Judicial para limitar los poderes del Ejecutivo y sus acciones” (Abraham Lowenthal).

Tiempos dificilísimos para la democracia liberal. Ojalá en Colombia mantengamos nuestras mejores tradiciones republicanas. Ojalá hagamos justa evaluación de la gestión presidencial de Iván Duque. Ojalá nuestro Poder Judicial se ajuste a su papel sereno e imparcial. Y nuestros políticos recobren la majestad de su oficio. Ojalá la sociedad civil toda, refleje y defienda nuestros mejores valores.

Tres tanques de pensamiento me han permitido repasar la situación de la región en compañía de personalidades experimentadas (expresidentes, exministros, candidatos presidenciales, académicos y periodistas): el Diálogo Interamericano, Idea y Cepal. Privilegio y excelente oportunidad.

Recordemos que México es miembro de la Ocde. Fue el primer país de la región en incorporarse. Y su secretario general, el exministro mexicano Ángel Gurría, ha tenido excelente desempeño. Difícil la coexistencia de un gobierno populista con las mejores prácticas que predica la Ocde.
Brasil no se ha incorporado a dicha organización, solamente y con mucho activismo, al Centro de Desarrollo de la misma; eso desde hace más de diez años. Colombia lo hizo en 2008. Ahora está plenamente incorporada. Hay algo de paradójico en esta situación. ¿Acaso el México de López Obrador podrá ofrecer mejores prácticas a la Ocde?

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