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Juventud pacificadora

¿Sería, acaso, una exageración decir que la juventud, particularmente la rural, ha...

5 de septiembre de 2015 Por: Fernando Cepeda Ulloa

¿Sería, acaso, una exageración decir que la juventud, particularmente la rural,  ha sido la primera víctima del conflicto armado? Le ha tocado militar, voluntariamente o forzada, en la Fuerza Pública y en los grupos armados ilegales. Valdría la pena averiguar qué hubo de positivo y negativo. Es evidente que su participación en la Fuerza Pública les dio disciplina, patriotismo y valores. No diría lo mismo con respecto a los que militaron en grupos ilegales. O los que los carteles entrenaron como sicarios o a las mujeres que sedujeron con el señuelo de dinero y la vida fáciles. Cientos de miles deberían quedar expuestos a una experiencia bien diferente. Ojalá en consonancia con el idealismo propio de la edad y con las ambiciones que deberían ser estimuladas y, si es posible, atendidas. La Transición demandará esfuerzos descomunales en todos los niveles, veredas, cascos municipales, barrios, tugurios, invasiones, etc. Un Ministerio de la Juventud sería muy apropiado y tendría una misión no solo muy importante,  sino más que necesaria.Existen muchas experiencias en el mundo que deberían ser estudiadas con el objeto de  evaluar su adaptación a nuestras  diversas realidades. Los Cuerpos de Paz que promovió el presidente Kennedy  fueron un formidable ejemplo de solidaridad y de aprendizaje. Muchos de ellos tuvieron, luego, una exitosa vida académica y muchas empresas globales  valoraron su  extraordinario conocimiento de los países donde sirvieron.Al mismo tiempo, hay pésimos ejemplos que es necesario prevenir desde ya. Me  refiero a la  criminal actividad de organizaciones tan brutales como las Mara Salvatrucha o Barrio 18, pandillas callejeras que han hecho invivible países de Centroamérica.  Y ya tenemos antecedentes que se les parecen. Obran con gran dominio en los que se denominan “espacios mal gobernados” y que el experto en temas de seguridad, Evan Ellis describe así: “La característica  decisiva de un espacio  mal gobernado es que la habilidad de la autoridad oficial de hacer cumplir  sus leyes  y regulaciones, y la posibilidad de los residentes de depender de esa autoridades y del sistema legal oficial para proteger su propiedad y bienestar físico están severamente restringidos”.  (Las drogas, las pandillas, el crimen organizado transnacional y los Espacios mal gobernados  en las Américas).Entonces, es necesario repensar la naturaleza del servicio militar (voluntario u obligatorio), su duración, su naturaleza a la luz de las muchas opciones que existen para que la juventud contribuya eficazmente a construir un país más equitativo y solidario. Y pacífico, claro está. Aparte de las iniciativas tradicionales son múltiples las que se pueden imaginar.Uno de los dividendos más atractivos de la terminación definitiva del conflicto será el de ver a la juventud desplegando su energía, optimismo y generosidad en la promoción de actividades  desprovistas de cualquier manifestación de violencia u hostilidad. Una juventud pacificadora y no guerrera. Que se esfume para siempre la imagen de jóvenes enfrentados a muerte, hijos de una misma patria. Y bien harían los partidos políticos y la sociedad civil organizada en incorporarlos a sus filas para que así puedan tramitar sus legítimas ambiciones de participar en el desarrollo de una sociedad equitativa.

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