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¿Inevitable?

¿Salud de las personas? ¿Salud del sistema productivo? Aunque el predicamento ha estado ahí desde el comienzo de esta crisis.

27 de marzo de 2020 Por: Fernando Cepeda Ulloa

¿Salud de las personas? ¿Salud del sistema productivo? Aunque el predicamento ha estado ahí desde el comienzo de esta crisis, los gobernantes -conocedores de los lineamientos que ofrecen la Organización Mundial de la Salud, el Imperial College, en Londres, y las comunidades científicas- han ido implementando estrategias para confrontar el virus.

Al mismo tiempo se han ido adoptando decisiones macroeconómicas y otras de no menor envergadura para preservar el sistema productivo y ayudar a los trabajadores independientes y a los empresarios pequeños y medianos.

Se puede afirmar que, hasta ahora, el sistema de salud y el productivo han recibido tratamiento excepcional. Vivimos un momento extraordinario en la historia de la humanidad. Inédito.

Brillan por su ausencia propuestas colectivas del sector empresarial. Hay ejemplos particulares muy positivos, encomiables. Pero ¡se nota la ausencia de una solidaridad colectiva!

Dicho esto y ya en la cuarentena de 19 días, vienen otros predicamentos no menos excruciantes que ya han vivido otros países o comienzan a considerar. Veamos. Terminados los 19 días, ¿la cuarentena deberá prolongarse?, ¿por cuánto tiempo?, ¿y después? Y como el impacto sobre las diversas dimensiones del sistema productivo (en los niveles macro y micro) ya será notorio, vendrá como tema inescapable el debate sobre, ¿hasta cuándo la actividad económica puede continuar cuasi congelada?

La probable decisión, ya bien controvertida, del presidente Trump de abrir otra vez el funcionamiento de la economía en vísperas del Domingo de Pascua, llevará ese debate en toda su intensidad a otros países. Ya existen reflexiones sesudas publicadas en los principales periódicos internacionales, que apuntan en esa dirección. Entonces, habrá divisiones que reflejarán no solo posiciones ideológicas encontradas sino ambiciones electorales. Y así no sea, así se dirá.

El virus contaminará el debate político, las relaciones sociales, la concepción sobre el Estado Social de Derecho. Y si esto llega a ocurrir entre nosotros -que Dios nos proteja- daría lugar a pronunciamientos de la Corte Constitucional. Más complejidad.

No se niega que este debate ha estado presente, aunque débilmente, desde cuando comenzó la crisis. Un ejemplo: Omar Hassan, especialista en desarrollo económico, publicó el 12 de marzo, en el periódico El Independiente, de Gran Bretaña, una columna que está introducida con la siguiente frase: “El Coronavirus llevará a la bancarrota a más personas que las que va a matar -y esa es la real emergencia global-“. Y trae afirmaciones como la siguiente: “El peligro económico del coronavirus es exponencialmente más grande que los riesgos que tiene para la salud. Si el virus afecta directamente su vida, es muy probable que ello sea porque impidió que usted volviera a trabajar, porque forzó a su empleador a hacerlo a usted redundante o porque llevó su negocio a la bancarrota”. Y esto sin tener en cuenta la guerra del petróleo que desataron Rusia y Arabia Saudita y las eventuales consecuencia de una nueva crisis de migraciones desde Siria. Y esta otra reflexión: “Tan importante como combatir el virus -si no más importante- es vacunar nuestras economías contra la pandemia de pánico que se viene”. Y se pregunta si ¿esto es una crisis de la salud o una económica?

Hay otros textos más conocidos, inclusive en Francia, que contribuyen a fortalecer la sospecha de que esta controversia va a tomar fuerza. Hay que reconciliar las dos estrategias. Este es el gran desafío.

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