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¿Homicidio? ¿Corrupción?

¿Nuevas leyes? O, ¿aplicación de las existentes? Esto no descarta reforzar el marco normativo existente cuando sea indispensable.

21 de julio de 2017 Por: Fernando Cepeda Ulloa

¿Nuevas leyes? O, ¿aplicación de las existentes? Esto no descarta reforzar el marco normativo existente cuando sea indispensable. Excelente ejemplo de lucha contra la corrupción en el sector salud es el que anunció el pasado 13 de julio el Departamento de Justicia de Estados Unidos, luego de cuidadoso trabajo realizado con el Ministerio de Salud y otros organismos tales como el FBI, la DEA, etc. Los delitos que fueron objeto de sanciones en el sector salud en Estados Unidos, son los que bien conocemos en Colombia. Lo que es diferente es el tamaño y las implicaciones de ese tipo de comportamientos fraudulentos.

412 individuos fueron declarados responsables por pérdidas fraudulentas equivalentes a US$1,3 billones. Suma descomunal. Claro. Estamos hablando de un país que tiene 50 estados y de investigación referida a todos ellos. Uno de los temas que está causando enorme preocupación es la utilización exagerada y en ocasiones innecesaria, de opiáceos, o sea los medicamentos que buscan calmar el dolor. Se calcula que 59.000 americanos murieron por sobredosis en muchos casos ligada a la mala utilización de las drogas prescritas. Ya consideran que es epidemia y de ahí la presencia de la DEA y otros organismos. Los altos funcionarios que participaron en el anuncio expresaron su perplejidad y rechazo a comportamientos que son producto de una adicción por el dinero y cosas materiales, sin tomar en consideración que se trata de delitos que ponen en riesgo la salud, cuando no la vida de la población, principalmente la más vulnerable.

Este ha sido trabajo coordinado de un grupo denominado La Fuerza contra el Fraude en el Servicio de Salud (en una traducción libre) y es empeño que se viene realizando anualmente desde 2007. En diez años han acusado a 3.500 personas (médicos, enfermeras, farmaceutas, proveedores…) que han presentado facturas falsas por más de US$12,5 billones. En todas partes se cuecen habas. Pero, no hay que encontrar alivio en que así ocurra en el país que ofrece los mejores servicios médicos del mundo, ese es consuelo para tontos.

En Colombia, aparte de este tipo de fraude, ya bien publicitado, hay otros mucho más sofisticados y que realmente se acercan al homicidio. Drogas vencidas que se reempacan con nuevas fechas, medicamentos falsos, que no contienen los ingredientes que sirven para aliviar o curar las dolencias; adquisición de elementos en cantidades que no se requieren y que por tanto se pierden, o compras de equipos sofisticados que luego no se instalan, etc.

No se pone en discusión la tarea descomunal que el Ministro de Salud Alejandro Gaviria ha cumplido. Tampoco se pone en la picota pública a algunas entidades dispensadoras de salud que tienen prestigio bien ganado entre los pacientes, como Colsanitas o Colmédica. Pero están a la vista y ya durante meses y hasta años, los casos muy escandalosos de otras empresas que han sido objeto de intervención, liquidación o fusión.

Hay mucho que aprender de los métodos utilizados en Estados Unidos para detectar fraude y otras conductas criminales en el sector salud. Y como siempre hay que volver a la raíz, al enorme esfuerzo que las facultades de medicina, enfermería, farmacia, tienen que hacer para inculcar en los estudiantes los más altos y exigentes, valores éticos. Es que está en juego la vida de muchos ciudadanos.

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