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Hacia el 2022

El escenario electoral para 2022 ha cambiado radicalmente. Antes de la pandemia nos habían anunciado 24 candidaturas presidenciales.

19 de junio de 2020 Por: Fernando Cepeda Ulloa

El escenario electoral para 2022 ha cambiado radicalmente. Antes de la pandemia nos habían anunciado 24 candidaturas presidenciales. Y ya había toda una valoración muy negativa hacia el presidente Duque. Así justificaban la anticipación de la campaña presidencial.

La pandemia ha tenido efectos políticos. En Francia el Consejo Constitucional está estudiando la legalidad de una segunda vuelta en las elecciones municipales, que ha debido realizarse una semana después y, como consecuencia del virus, ocurrirá ocho semanas después. Es otro escenario porque cambia el sentido de las dos vueltas.

En Estados Unidos se ventilan las más extremas sospechas sobre lo que puede pasar en las elecciones del 2 de noviembre. ¿Continuarán las restricciones a las libertades de reunión y movimiento? ¿Habrá que propiciar el voto por correo? Eso fomenta el fraude, dice Trump, y cuentan que el candidato demócrata Biden dijo en estos días que ¡su gran preocupación era que Trump intentara robarse las elecciones!

Al tiempo que algunos gobiernos han crecido en favorabilidad, otros se han deteriorado. Una de las portadas del ‘The Economist’ proclama que esta no es, precisamente, la mejor hora de la Gran Bretaña. A Sánchez en España y a Macron en Francia no les ha ido tan bien. En Chile aplazaron el plebiscito y algunos ya ponen en duda su conveniencia. De Bolsonaro, no hablemos. A otros gobiernos los acusan de autoritarios.

Colombia, hasta ahora, ha salido bien librada, tanto en lo que tiene que ver con el manejo de la pandemia, como con su impacto político. Algunos argumentan que el presidente Duque está gobernando sin controles. Es claro que no es así. Lo cierto es que el escenario de la elección presidencial cambió. El temario es otro. Otros los candidatos, otras las actitudes, las expectativas bien diferentes.

Buena parte de los 24 candidatos se desvanecieron. No han jugado papel notorio en esta crisis. Los ciudadanos no los han visto y ese tipo de comportamiento en semejante crisis, como no habíamos tenido jamás, no los ayuda.

Exactamente lo contrario de lo que le ha ocurrido al presidente Duque. Millones de personas con necesidades básicas por satisfacer. Millones perdiendo su empleo. Millones con ansiedad de que lo pueden perder por años. No se han visto liderazgos ni propuestas que vengan de esos candidatos o de sus partidos o movimientos. A tal punto que el canal RCN, su director Juan Lozano montó una plataforma para recoger ideas que ayuden en el inmediato futuro. Los partidos, las ONG como que se paralizaron.

Así las cosas, ya se reconoce que el Estado tiene que ser más fuerte, estar más presente, como ha ocurrido desde cuando se proclamó el confinamiento. Como lo que se anuncia en el horizonte es bien difícil y costoso, requiere instituciones eficaces pues la ciudadanía va a reclamar gobernabilidad democrática, pero harta.

Un Estado capaz, ágil, eficiente, que promueva políticas públicas equitativas, viables, urgentes. Es hora de un Estado eficaz. Así se reclama. Y ello requiere un gran conductor, un verdadero estadista, no un demagogo ni un vendedor de promesas.

Un dirigente que genere confianza, credibilidad y que haga de una renovada esperanza su principal mensaje. Que inspire, que convoque, que una, que recupere la convergencia. El perfil de los futuros candidatos está claro. Veremos.

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